Columnas

Jugarse la piel

Cuanto más convencidos están de su propia capacidad de predicción, más odian la idea de jugarse la piel”.
¡Hasta la próxima!

Nassim Taleb es un profesor de la Universidad de Nueva York, matemático, estadístico y escritor de varias obras, siendo en mi opinión las más relevantes El cisne negro y Jugarse la piel. Este “empirista escéptico” sostiene que los considerados “analistas” -sean científicos, económicos o políticos- tienden a racionalizar y sobrevalorar el pasado sin entender, en su opinión, que hay mucha aleatoriedad en la data disponible y por lo tanto se tiende a subestimar la información que no conocemos. Taleb considera que hay mucho más análisis de justificación a posteriori que análisis realmente científico en los expertos, por lo que tienden a ser generales después de la batalla. De manera particular le preocupa el hecho que mucho de nuestros líderes toman decisiones o proponen políticas públicas cuyas consecuencias son trasladadas enteramente a terceros; es decir, no se juegan su propio pellejo.

La semana pasada el Gobierno nacional, como era de esperarse, dispuso extender por 30 días más el estado de excepción que restringe nuestras libertades individuales. Aquello significa que pasaremos al menos seis meses con la suerte de nuestras vidas en manos del Leviatán. Un manejo dirigista de un despotismo ilustrado, apoyado por unos y cuestionado por otros, pero que inevitablemente afecta y seguirá afectando nuestros destinos y el de nuestras familias.

No seré yo el que haga un juicio de valor acerca de las consecuencias del manejo colectivista de esta crisis pues mi sesgo es inevitable. Sin embargo, sí me voy a remitir al latinismo ‘facta non verba’ para retratar nuestro deplorable ‘statu quo’: una de las tasas de mortalidad más altas del mundo, una caja fiscal en soletas y una muy grave caída del PIB, con su correspondiente afectación en los negocios y el empleo. La pregunta que debemos plantearnos es ¿cómo desincentivamos a la Gestapo criolla para que, cual tentetieso porfiado, desista de intervenir en nuestras vidas?

La respuesta es sencilla: el costo de las decisiones del regulador no es asumido por ellos si no por nosotros y eso incluye el costo de las ineficiencias, de los abusos y de la corrupción estatal. Así encontramos a altruistas con dinero ajeno, Robin Hoods tropicalizados y Chapulines Colorados re-torpes, pero bondadosos. Son aquellos que Taleb describe de manera magistral en Jugarse la piel como intelectuales pero idiotas o IPI’s. Por consiguiente, la mejor manera de evitar que la Gestapo criolla continúe causándonos daño sería hacerlos responsables de las consecuencias de sus decisiones, pues es muy fácil ser generoso, inflexible o bravucón, cuando la factura la pagan terceros.

Por eso, como dice Taleb, jugarse el pellejo mantiene la arrogancia humana bajo control: “Si no nos jugamos la piel no hay evolución… Niegan la idea del diseño del mundo por parte de un creador omnisciente, y al mismo tiempo pretenden imponer el diseño humano como si conocieran todas sus consecuencias. En general, la gente que rinde más culto al sacrosanto Estado tiende a mirar con más inquina la asunción de riesgos. Cuanto más convencidos están de su propia capacidad de predicción, más odian la idea de jugarse la piel”.

¡Hasta la próxima!