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Iñigo Balda | Estabilidad coronada

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Además de que siempre es una gran baza política poder enviar al rey en visita oficial

El tiempo va cambiando y las instituciones de van modernizando, pero si algo ha cambiado poco, a pesar de sus muchas modernizaciones, son las instituciones de la monarquía en los países que la siguen teniendo. Hoy, casi todas son monarquías constitucionales, es decir, que responden a un parlamento donde reside la soberanía nacional, en lugar de que esta recaiga en el monarca, como pasaba antaño. Las pocas monarquías autoritarias que existen están casi todas dentro de países musulmanes, como lo son Marruecos, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes.

Es difícil cuantificar de verdad el sentimiento hacia los monarcas en países autoritarios, aunque en Marruecos estamos viendo movimientos antimonárquicos principalmente porque la nueva generación no está de acuerdo con la gran inversión del país en construir estadios para el mundial de 2030, en lugar de mejorar las condiciones sociales locales.

Pero en los países democráticos donde sigue funcionando la institución real, esta es bastante bien vista por la población. La aceptación de la monarquía es del 60 % en España, por ejemplo, 74 % en el Reino Unido (51 % de apoyo al actual monarca Carlos III, pero 74 % a la institución); 59 % en Holanda (cayó desde el 76 % recientemente por polémicas dentro de la familia real); 57 % en Bélgica, 74 % en Suecia, 87 % en Mónaco y 62 % en Noruega, por mencionar las principales casas reales de Europa. Si bien están de bajada estos números hay que reivindicar una cosa muy importante: los países con monarquías suelen tener una estabilidad democrática más alta, salvo el caso de Tailandia, donde hay golpes de Estado cada dos por tres.

Si bien el papel de los reyes en su día era el de gobernar todo ‘por gracia de Dios’, hoy su papel es muy importante en el plano de relaciones internacionales, vital si me empujas. No importa cuán convulso esté un país, siempre hay un alto dignatario, estable, de confianza, preparado y que habla idiomas, disponible como interlocutor fiable ante cualquier situación. Además de que siempre es una gran baza política poder enviar al rey en visita oficial.

La importancia de una casa real en términos diplomáticos no tiene precio, además de que se tiene al mejor embajador posible disponible en todo momento; un grupo de personas que han sido preparadas para esa labor desde su nacimiento.

Esta estabilidad de cara al mundo también lo es puertas adentro. Aunque dentro de la política de los propios Estados la figura real tenga poco poder, es una que puede interceder en negociaciones políticas para desbloquear situaciones complejas de estancamiento. Que haya un mayor en la sala cuando los políticos actúan como niños berrinchudos es importante.

Es chistoso que esta institución anticuada para muchos siga siendo de valor para los países que tienen esa tradición. Las monarquías para muchos solo sirven para llenar páginas de la prensa del corazón, pero es interesante estudiar que de las democracias más estables y funcionales del mundo, casi la mitad sean monarquías en el top 20; otros tantos, países parlamentarios con figuras parecidas a un rey. Food for thought.