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Entre amenazas e incertidumbres

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"Los problemas actuales estadounidenses son históricos, el supremacismo populista de Trump los ha potenciado a través de discursos de odio y prácticas gubernamentales racistas"

Tras los hechos sangrientos del 6 de enero, cuando seguidores de Trump instigados por él mismo irrumpieron violenta y destructivamente en el Capitolio -donde ondeó la bandera de los confederados esclavistas- para impedir u obstaculizar la legalización del triunfo electoral de Biden, en las capitales estaduales de EE. UU., y particularmente en Washington, existe una situación de amenaza e incertidumbre colectivas -en élites, sectores políticos y población- frente a la posibilidad de nuevas movilizaciones armadas convocadas a través de redes sociales por grupos ultraconservadores y neonazis seguidores del mandatario saliente, a producirse entre el 16 y 20 de enero, según el FBI y policías estaduales. 

Solo en Washington, para la toma de posesión del nuevo presidente se han movilizado alrededor de 30 mil miembros de la Guardia Nacional. ¿Por qué está sucediendo esto en el centro nodal de la democracia liberal? ¿Estamos ante su ocaso y necesidad de un (re)cambio?: 

1.- Los problemas actuales estadounidense son históricos, el supremacismo populista de Trump los ha potenciado a través de discursos de odio y prácticas gubernamentales racistas, xenófobas, autoritarias, nacionalistas y ultraconservadoras. Con la abolición de la esclavitud por Lincoln en 1866 se pasó a la institucionalización de la segregación racial, que no fue superada casi un siglo después con la promulgación de los derechos civiles por Lyndon Johnson. El racismo es sistémico, como lo son la violencia y desigualdades crecientes, de donde se deriva la gran polarización en aumento. 

2.- El populista Trump se encargó durante 4 años de desacreditar y cuestionar el sistema electoral, la Constitución y la propia democracia al romper las tradiciones gubernamentales existentes y presentarse como un mandatario antisistema, incluso recurriendo a la violencia, como en el Capitolio; o a tratos crueles para desestimular la emigración y refugiados separando a hijos de sus padres, a los primeros confinándolos y a los otros deportándolos a ciudades conflictivas mejicanas, violando flagrantemente los derechos humanos. O apoyando a los grupos supremacistas, o a Stephen Banon. (Continuaremos).