La seguridad social en agonía

Parece que ya es momento de tomar en serio la situación del IESS’.
En el Ecuador todo nuevo gobierno tiene 48 meses para hacer su trabajo. Al actual, ya se le fue poco menos que el diez por ciento. Ha sido extraordinario lo cumplido en cuanto a vacunación. Evitó más muertes y nos puso en el camino de la reactivación económica. No ocurre lo mismo respecto a salud. La pandemia desnudó las falencias del sector y aún no ha podido superárselas. Algunas tienen que ver con corrupción y es vergonzoso que subsistan, pese a la manifiesta voluntad nacional de combatirla.
Sin duda, las mafias que operan en salud han contado con apoyo político. Mejor dicho, sus dirigentes han sido políticos en combinación con empresarios pícaros y delincuentes internacionales. Lo señalado se evidencia cotidianamente en el IESS. Toda acción hacia el cambio es neutralizada de distintas maneras, corrompiendo o asustando o en ambas formas. Lo cierto es que en el IESS no se ha podido actuar a fondo. Apenas se ha rasguñado a las trincas que lo tienen bajo control. Los representantes laborales de empresarios y trabajadores conocen la situación pero han preferido mantener un equilibrio inestable esperando que en tiempos de bonanza el Ecuador ponga los recursos que ahora faltan.
En lo de fondo, más allá de lo difícil que pueda resultar, la disyuntiva es clara: o el Gobierno y todos los que algo tienen que ver con el IESS se deciden a cambiar, a realizar un obligatorio borrón y cuenta nueva o el IESS corre el riesgo de desaparecer. Esa es la consecuencia esperada por la magnitud del saqueo al que ha estado y continúa sometido.
Las deudas a sus proveedores ya no resisten. Algunos se han visto obligados a no seguir brindado los servicios. Su economía llegó al tope. Por el estilo, funcionando a menos que a media asta no se justifica que siga manteniendo su abultada burocracia si no tiene cómo desempeñar las actividades que de ella se espera, o porque no hay quirófanos disponibles, por ejemplo, o porque se receta pero los medicamentos hay que comprarlos por cuenta propia.
De ser una de las mejores instituciones de seguridad social de América Latina hemos pasado a ser de las peores.