Fin de un ‘annus horribilis’

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Se cierra un ciclo. Se abre un 2020 que, doscientos años después, debería poder volver a ser glorioso.

Año terrible el que termina. Año de gran infortunio. Tanto que el diccionario de la RAE ha incorporado ‘annus horribilis’ entre las nuevas palabras que, como arboricidio, se admiten a nuestra lengua, en ánimo de seguir contribuyendo al permanente enriquecimiento del idioma.

Por supuesto, no faltará quien estime que el 2019 fue un año magnífico. ‘Annus mirabilis’ dirían quienes gustan de los latinazgos.

Sin querer entrar en el debate, menos todavía en una columna que prefiere mirar al porvenir, el hecho cierto es que hoy finaliza un complicado 2019 y se abre lleno de expectativas un simbólico 2020, repleto de añoranzas libertarias, por entrar a conmemorar, por ejemplo, dos siglos de la independencia de Guayaquil, que propició la del Ecuador y la de Sudamérica.

Habrá que procurar que las libertades heredadas se engrandezcan y que los acontecimientos positivos se mantengan.

Para lo primero, lo actuado por nuestros próceres tiene un mensaje claro: los patriotas de la Fragua de Vulcano antepusieron el interés general al particular. Olmedo, Antepara, Villamil y tantos otros hombres y mujeres guayaquileños o venidos de otras tierras, con los mismos afanes libertarios, no son fácilmente replicables ahora, pero quedan como “ejemplo de cívicas virtudes, sus memorias”, tal cual don Vicente Rocafuerte.

En cuanto a los acontecimientos positivos, durante el año que hoy termina hemos podido disfrutar de emocionantes victorias deportivas, producto del tesón y la disciplina individual, que con mayor apoyo oficial en el futuro inmediato pueden brindarnos grandes satisfacciones en este 2020 recién naciendo.

Valdrá también reiterar los compromisos con el medio ambiente, con la superación de la brecha tecnológica y la reducción de las desigualdades.

En fin, dependiendo de la vocación y la posibilidad de cada cual, hay muchas metas comunes que perseguir y alcanzar en ánimo a superar, con esfuerzo compartido, el intolerable atraso actual, de modo que se logre un 2020 que nos ponga en la ruta del progreso, camino hacia una mayor equidad que nos garantice trabajar en paz, con alegría, con entusiasmo.