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Volver a nadar en el Salado

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Que se pueda volver a nadar y pescar en esos cursos de agua. Visionarios como Anne Hidalgo y Marino Morikawa nos dicen que sí es posible

Recientemente la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, presentó un plan que tiene como meta que el río Sena esté lo suficientemente limpio para que se pueda nadar ahí dentro de tres años. ¿Cómo lo harán? Bajo un gran espacio público están construyendo un tanque de 46.000 metros cúbicos de capacidad, destinado a contener el agua de las tormentas y evitar, de esa manera, que se mezcle con el sistema de aguas servidas y terminen en el río. Todo esto a un costo de 1.400 millones euros.

Planes similares se están pensando para otras ciudades europeas como Berlín o Londres.

No todos los proyectos, sin embargo, deben ser tan costosos. Acciones efectivas y económicas para recuperar espacios de agua ya existen.

En el 2014 el peruano Marino Morikawa, solo y armado con cañas de bambú y materiales sencillos logró en dos semanas y de manera gratuita devolver la contaminada laguna de Chancay a su estado original, algo que los técnicos especializados habían afirmado que era una tarea imposible. Se plantea hacer lo mismo, en apenas seis meses con el lago Titicaca.

Hasta hace menos de un siglo era posible nadar en los esteros de Guayaquil. Hoy su alta contaminación lo convierte en algo altamente peligroso para la salud. Las pocas acciones que se han tomado hasta el presente orientadas a descontaminar el estero Salado, por ejemplo, han sido esporádicas y de resultados poco satisfactorios. En realidad, no hay ningún plan a largo plazo ni proyectos que visualicen estos cursos de agua limpios convertidos en sitios llenos de vida y lugares de esparcimiento en lugar de la gran cloaca abierta que son ahora, principalmente, porque las obras que tendrían que hacerse para ello estarían bajo la superficie y no son visibles. Y obra que no se ve no da votos.

Sin embargo, los habitantes de Guayaquil esperamos que, algún día, los antiguos Baños del Estero Salado dejen de ser solo una crónica del pasado y se conviertan en una realidad. Que se pueda volver a nadar y pescar en esos cursos de agua. Visionarios como Anne Hidalgo y Marino Morikawa nos dicen que sí es posible.