Premium

Ciencia y negacionismo

Avatar del Florencio Compte

Los países a los que les está yendo mejor en enfrentar la pandemia son aquellos que creen y han sabido invertir en ciencia y tecnología, y no los que hacen lo contrario

En abril de 2020, Jair Bolsonaro se posicionaba como adalid del negacionismo de la pandemia de COVID-19. Bajo el eslogan “la histeria mata la economía” o de que se trataba de “una simple gripecita” se mostraba contrario a las medidas de aislamiento y de distanciamiento recomendadas por la ciencia. Las cifras de contagiados y muertos ubican a Brasil como el tercer país más afectado del mundo. Si el mundo iba en una dirección, amparado por las directrices de la ciencia, Brasil iba en sentido contrario.

Los científicos piensan que el incremento de los casos se debió a la falta de medidas sanitarias, a minimizar la enfermedad y a que el pueblo siguió la recomendación de Bolsonaro de que podía prevenirse la enfermedad con medicamentos que no tienen, hasta ahora, ninguna base científica, como la Ivermectina o la hidroxicloroquina. No olvidemos, tampoco, las burlas de Trump hacia la constatación científica o sus recomendaciones a que la gente bebiera cloro.

Aquí no estamos tan lejos. Si en España, con 22 % de ocupación en UCI, se piden restricciones mayores, en nuestro país cuando cada día se superan los récords de contagiados y fallecidos por COVID se cuestionan las medidas restrictivas. Si a esto sumamos el enorme déficit de camas UCI (necesitamos al menos diez veces más de las existentes), el casi nulo seguimiento a los contagiados (mientras Australia hace casi tres mil pruebas por caso, Ecuador no llega ni a tres), el caótico plan de vacunación (ocupamos uno de los últimos lugares del continente en número de vacunados, menos de 1 %), y las erráticas medidas del Gobierno, nos daremos cuenta de la gravedad de la situación.

Mientras tanto, siguen apareciendo falsos informes sobre la supuesta validez en el uso preventivo de ciertos medicamentos, cuestionamientos al uso de la mascarilla, teorías conspirativas contra las vacunas y la convicción de que la economía está sobre la salud de las personas. Los países a los que les está yendo mejor en enfrentar la pandemia son aquellos que creen y han sabido invertir en ciencia y tecnología, y no los que hacen lo contrario.