Florencio Compte Guerrero | Nuestro racionalismo arquitectónico

La reconstrucción de la ciudad, luego del Gran Incendio de 1896, se orientó a dotar de vivienda a los damnificados
El segundo ‘boom’ cacaotero (1880), y la década de 1920, posibilitaron que Guayaquil tuviera un bienestar económico que permitió que se empezaran a desarrollar proyectos de modernización urbana dirigidos tanto al embellecimiento como al saneamiento.
La reconstrucción de la ciudad, luego del Gran Incendio de 1896 se orientó a dotar de vivienda a los damnificados con casas en madera con los mismos patrones de las del siglo anterior. Años más tarde, a inicios de 1920, el uso del cemento como material de construcción y del hormigón armado como sistema constructivo y la llegada de arquitectos y técnicos europeos, sobre todo italianos, incorporaron el academicismo.
A finales de esa misma década, la crisis económica, las rupturas culturales, la necesidad de construir de manera más eficiente y de sentirse modernos hizo que emergiera una arquitectura racionalista en Guayaquil. En 1941 la inauguración del nuevo edificio de correos, proyecto del ingeniero Oscar Etwanick, inició el desarrollo de la edificación pública moderna. En 1949, la sede de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas, del arquitecto Guillermo Cubillo, marcó la consolidación del racionalismo.
Otras expresiones arquitectónicas modernas de esa época se orientaron hacia proyectos neocoloniales a través del “chalet californiano”, como la casa de Juan de Dios Martínez Mera, de Héctor Martínez Torres, en 1940, la casa Cabanilla, en 1943, la Villa Herlinda en 1941, de Joaquín Pérez Nin de Cardona y algunos proyectos de Juan Orús, como el Edificio Juan X. Marcos y la casa Gabriel Vilaseca en 1936, el Edificio La Frutal en 1937, el Edificio Janer en 1938, la casa Luis García y Florentino Briz Sánchez en 1941. También en propuestas dentro del Art Nouveau en los edificios Rogelio Benítes Icaza de 1923, Mariano González Alonso en 1924; además en el edificio Guzmán Marcos (1929-1931) del italiano Francesco Maccaferri y el Art Déco utilizado en arquitectura residencial unifamiliar, los primeros edificios en altura, la edificación escolar, los cines y teatros, así como en la arquitectura y escultura funeraria.