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Reviviendo al lobo feroz

Avatar del Diana Acosta

Luego de los durísimos días de paralizaciones en varios puntos del país y de la intentona de ciertos de grupos de la Asamblea por echarlo del poder, muchos pensamos que el presidente cambiaría su actitud, reconociendo los errores cometidos, para con humildad, corregirlos en línea con el clamor social.

Ninguna revolución o lucha social que haya implicado la conquista de los derechos que hoy todos gozamos se dio lanzando al aire palomitas blancas y globos de colores. Por ello la importancia de comprender y reconocer que las convulsiones sociales, sin confundirlas con los desmanes provocados por infiltrados que buscaron el caos aprovechándose de ellas, se las supera con el diálogo y no con una constante confrontación.

Luego de los durísimos días de paralizaciones en varios puntos del país y de la intentona de ciertos de grupos de la Asamblea por echarlo del poder, muchos pensamos que el presidente cambiaría su actitud, reconociendo los errores cometidos, para con humildad, corregirlos en línea con el clamor social. Se necesita voluntad de cambio, dar un giro a su política pública a favor de lo social y no del capital.

Sin embargo, cuando vino la calma, autodenominó a los miembros de su gobierno como un grupo de ingenuos y nos restregó en la cara que el reciclaje de su gabinete no obedeció a la crisis social que vivimos, pues todo va perfecto según su plan de gobierno y por ello, posesionó a más de los mismos, sin calle ni política.

Esos duros momentos son la oportunidad perfecta para permutar, tendiendo puentes con sus opositores, acoger los pedidos ciudadanos, para incorporar a su equipo de trabajo verdaderos estadistas que entiendan los problemas nacionales y lo asesoren bien para no tropezar de nuevo y con la misma piedra, a propósito de Julio.

Ahora, lo que más preocupa es que esa falta de sensibilidad provoque que hoy varios sectores de la sociedad rumoren por las calles que “con Correa estábamos mejor, porque por lo menos había medicina en los hospitales y no faltaban las cédulas en el Registro Civil”. Ese preocupante y peligroso sentir es el que debe frenar a rajatabla el Ejecutivo, dejando de buscar culpables y dedicándose a gobernar, pues su aburrida confrontación y falta de enfoque social causan que algunos desmemoriados quieran, después de tantas lunas, traer sin ningún reparo al lobo feroz.