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Es vacunación, no areteo

Avatar del Diana Acosta

La Constitución de la República nos reconoce y garantiza a todos los ecuatorianos “el derecho a tomar decisiones libres, responsables e informadas sobre nuestra salud”, el derecho a guardar reserva sobre nuestras convicciones, a no ser obligado a declarar sobre las mismas y a que, no se nos exija en ningún caso información ni datos referentes a nuestra salud.

A muchos ecuatorianos, en especial a los guayaquileños, nos sorprendió el anuncio de la alcaldesa de que a partir de octubre se “requerirá del carné de vacunación en segunda dosis para entrar a centros comerciales, restaurantes y hasta para subirse a la Metrovía. El carné de vacunación será su pase de entrada si quieren salir de sus casas…”.

Estoy de acuerdo con la vacuna, con el control sanitario, protocolos y restricciones que ha implementado la autoridad para evitar la dispersión de la enfermedad, pero de ninguna manera con la violación de nuestros derechos como ciudadanos.

Resulta una barbaridad, una insensatez y violatorio de nuestras garantías constitucionales, que se pretenda obligar a vacunarnos so pena de pasar a ser ciudadanos de segunda, marcándonos como persona “non grata”, para todo tipo de servicios y lugares públicos. ¿Qué pasará con los menores de edad que aún no pueden vacunarse? ¿Que se vayan caminado y no tomen el transporte público? ¿Qué pasará con aquellas personas que, por alguna condición de salud, no deben vacunarse? Es un soberano disparate.

La Constitución es clara cuando prohíbe a las autoridades todo tipo de discriminación por razones de salud y nadie, ningún empleado público, por más autoridad que tenga, está por encima de la ley.

¡Más empatía! ¡Más sensatez! Mejor divulgación y explicación de las ventajas que se logran al vacunarse. Necesitan convencer a la ciudadanía que ese es el mejor camino para vencer la pandemia, pero de ninguna manera forzarnos como ganado hacia el areteo.

Esto no es una dictadura, vivimos en democracia, donde se deben respetar las normas, y no donde el más gritón y bravucón hace lo que le viene en gana.