Premium

La noticia hecha novela

Avatar del Columnista Invitado

A partir de este equívoco inicia la novela y se pierde de vista la línea que separa el género literario novelesco del periodismo de investigación

Cual trama novelesca, aludiendo en su primera entrega/episodio directamente al genio literato de la mafia, el escritor italoamericano Mario Puzo, y titulando el trabajo investigativo con el mismo nombre de su gran obra maestra, El Padrino, el medio de comunicación digital La Posta realiza una entrega sistemática y metódica de una supuesta red de corrupción que involucraría a las más altas esferas del Gobierno.

La información entregada se basa en audios a partir de los cuales presentan organigramas y esquemas de cómo estaría estructurada la supuesta organización criminal.

Inicia dicha entrega hace poco más de dos semanas, advirtiendo que, como en la trama de Puzo, “el padrino es un hombre poderoso… que no da la cara…, que tiene mucha gente que va por él, que habla por él…”. Con este preludio busca justificar más adelante que los interlocutores de los audios son apenas meros intermediarios, agentes lacayos que representan a los poderosos que están escondidos y por lo tanto no aparecen en las grabaciones.

Desde este inicio, parten ya de una premisa falaz y artificiosa. Tanto en las brillantes entregas de Puzo como en cualquier organización criminal, cárteles de drogas, o mafias de cualquier tipo, El Padrino, el Capo, ‘il capo di tutti capi’, no se esconde, no vive en el anonimato, no manda a sus lacayos a hacer lo que le corresponde y no permite que nadie hable por él.

El padrino da la cara, ordena, organiza, supervisa; dentro de su organización criminal nada se hace sin su autorización y conocimiento. El padrino es temido, es respetado y posee su particular forma de persuasión.

A partir de este equívoco inicia la novela y se pierde de vista la línea que separa el género literario novelesco del periodismo de investigación.

Pareciera reprochable la forma de presentar el trabajo de investigación, que sin duda debe haber requerido tiempo y dedicación de muchos profesionales del periodismo. Si se han violado códigos deontológicos o se ha actuado en contra de los principios fundamentales del periodismo, será una discusión que deberá sostener el gremio. Pero no por esto se puede dejar pasar por alto el contenido de la información expuesta y la reacción letárgica, soporienta, del Gobierno del Encuentro.

El contenido da pie para que Fiscalía inicie investigaciones minuciosas que finalmente corroborarán las hipótesis y suposiciones insidiosas o las desecharán. Y aunque pareciera una broma de mal gusto que la misma Fiscalía haya llamado a su investigación Caso Encuentro, resulta penoso e ignominioso la actuación tardía, pues los allanamientos y las investigaciones formales se iniciaron casi una semana después de la primera entrega novelesca.

El Gobierno por su parte no sorprende con su accionar. Primero, cual avestruz, decide mirar a otro lado como esperando que nadie vea la novela, luego busca desestimar al mensajero sin siquiera hacer caso al mensaje, finalmente sale a respaldar la honra del cuñado como cuando Correa respaldaba al primo con título falsificado. Una respuesta evitativa, timorata, errática, que no acierta a ubicarse a la altura de lo que se hubiera esperado de este Gobierno.

¿Será este Encuentro el principio del fin?