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Nuestro futuro se define hoy

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"La solidaridad mundial, el comercio abierto y justo, el orden basado en normas y el multilateralismo son cruciales para una recuperación verdadera"

Más allá de nuestra salud, el desafío que presenta la pandemia en términos económicos y sociales es gigantesco. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos ante otro reto para el cual no existirá nunca una vacuna y cuyos nefastos efectos están por llegar. Me refiero al cambio climático y la degradación de nuestro medio ambiente. En esta lógica, la Unión Europea busca generar una consciencia global para reflexionar sobre lo que queremos para las próximas generaciones. Estimamos que, a nivel mundial, se destinarán unos 10 trillones de euros en los próximos dos años para la recuperación pos-COVID. 

Nadie cuestiona la necesidad de estos fondos, probablemente ni siquiera sean suficientes. Pero no nos engañemos, alguien va a tener que pagar la cuenta: la juventud, e incluso aquellos que todavía no han nacido. ¿Queremos que además de esta deuda asuman también la factura de los desastres naturales que ya se anuncian? A medida que el mundo se prepara para enfrentar las repercusiones de la pandemia, la Unión Europea considera que este ejercicio presenta una oportunidad única para evitar los errores del pasado y “Reconstruir Mejor”. En el siglo 21 aprendimos, por ejemplo, que las economías basadas en combustibles fósiles son más dañinas de lo que pensábamos. Si no logramos reducir los gases de efecto invernadero nos esperan consecuencias catastróficas, como la inhabitabilidad de grandes zonas, la falta de agua potable y la desertificación. Asimismo, los fenómenos meteorológicos violentos seguirán destruyendo cosechas, viviendas e infraestructuras; provocando incendios forestales, induciendo migraciones masivas y aumentando la pobreza. Entonces, no se trata solo de mitigar los efectos del cambio climático sino de adaptarnos a la naturaleza. Si no cuidamos nuestra biodiversidad, los seres humanos seremos las primeras víctimas. Como la salud de la población, la salud de los ecosistemas naturales es también un requisito previo para la prosperidad de la humanidad. 

En la Unión Europea adoptamos, hace poco, un plan de recuperación denominado “UE de la próxima generación”, comprometiéndonos a que cada euro de inversión sirva para que Europa vuelva a ponerse en pie, al tiempo que se acelera la doble transición verde y digital y que se construye una sociedad más justa y resiliente. La Unión Europea se atendrá a su objetivo de ser neutral con respecto al clima para 2050, e invitamos a nuestros socios a seguir el mismo camino. La solidaridad mundial, el comercio abierto y justo, el orden basado en normas y el multilateralismo son cruciales para una recuperación verdadera. La UE está dispuesta a colaborar con sus socios, como Ecuador, con financiamiento, conocimiento especializado y dirigiendo las inversiones hacia actividades económicas ambientalmente sostenibles. 

Queremos encontrar nuevas formas de ganar este desafío colectivo y permitir que nuestros hijos disfruten de una vida decente en un planeta pacífico. Esta no es una búsqueda idealista. Se trata de permanecer fieles a nuestros valores, escuchar a la ciencia, fortalecer nuestras economías y construir juntos un futuro mejor.