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La realidad de la operación política

Avatar del Carlos Andrés Vera

En una democracia saludable, la operación política debería tener una dinámica parecida a esta: “Presidente Lasso, si usted quiere nuestro apoyo para su agenda económica, incluya estos temas de nuestra agenda social”.

En una democracia saludable, la operación política permite que diferentes actores puedan llevar adelante sus agendas en coordinación con los distintos poderes del Estado. Si Ecuador fuera una democracia saludable, por ejemplo, partidos como UNES, Pachakutik, ID y otros, impulsarían proyectos de ley en la Asamblea que respondan a sus posturas ideológicas. Para eso los ciudadanos elegimos representantes. Así, en términos generales, la izquierda tiende a impulsar reformas que generen un Estado grande con una agenda social amplia y la derecha, Estados más eficientes con un uso responsable de los recursos. ¿Cómo debería funcionar la operación política en ese escenario?

En una democracia saludable, la operación política debería tener una dinámica parecida a esta: “Presidente Lasso, si usted quiere nuestro apoyo para su agenda económica, incluya estos temas de nuestra agenda social”. O: “Presidente Lasso, yo lo apoyo con sus reformas pero usted comprométase a congelar el precio de los combustibles porque esa es una demanda de los sectores más vulnerables”. Así, el ajedrez de apoyos y oposición a un gobierno en el ámbito político, giraría alrededor de agendas y visiones de país.

En Ecuador tal cosa no existe.

Lo que existe, es un escenario de chantaje y cooptación del poder para impulsar agendas personales o partidistas. La operación política en Ecuador funciona más o menos así: “Presidente Lasso, si quiere nuestro apoyo para aprobar su agenda económica, requerimos que nos entregue tales y tales cargos en Celec”. No tenga duda estimado lector de que si el presidente Lasso hubiera accedido a todos los pedidos que por debajo de la mesa otros partidos solicitan, tendría una sólida mayoría en la Asamblea. Al no ceder, no solo ha perdido mayoría en la Asamblea sino que desde ahí se opera para cooptar otros poderes del Estado, como el CPCCS.

Ante esa realidad, el gran dilema del Gobierno es cómo debe operar políticamente cuando casi todo el espectro político lo que busca es bloquear su agenda y cooptar otros poderes para impulsar agendas particulares. Caer en la dinámica de la operación del chantaje que caracteriza a todos nuestro sistema político, sería un grave error.