Elecciones con transparencia

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La sociedad debe recoger estas expresiones de alguien “que conoce a la bestia por dentro”...

Nos encontramos a las puertas de un proceso electoral de mucha trascendencia para el futuro del Ecuador, lo que exige por mil razones que sea transparente, diáfano, sin mácula. Que no tenga la mínima posibilidad para que de él se diga que los resultados fueron motivados por fraudes electrónicos, por apagones imprevistos del sistema informático, producto de la ineficiencia del máximo organismo del control electoral que en nuestro país lo es el Consejo Nacional Electoral.

Estas reflexiones necesarias son producto de las declaraciones públicas de Enrique Pita García, vocal del CNE, quien les dijo frente a frente, cara a cara, en el seno de organismo, a sus colegas, entre otros aspectos, los siguientes: “…Yo creo que es una demostración de que no existe honestamente, señora presidenta y señores consejeros de la mayoría, un sentido institucional. Creo que priman situaciones que no aportan precisamente para la transparencia. Resulta que un funcionario que yo estimo que es un excelente funcionario está siendo reemplazado por alguien que tiene muchos cursos relacionados con su actividad profesional, pero no tiene un milímetro de experiencia en temas electorales a ciento y pico de días en que nosotros hagamos el evento electoral. Yo creo que con estas decisiones lo que se demuestra es que no es la eficiencia, no es la transparencia, no es el trabajo de equipo lo que estamos llevando a cabo. A ustedes les digo, señora presidenta , no es así como se trabaja. Yo creo que esta institución, así como está, no está respondiendo a esos principios que juramos respetar cuando nos posesionamos del cargo…”.

Finalmente les dijo a sus colegas : “No es la forma, están equivocados ustedes en actuar en función de resentimientos , de odios, de antipatías, sino de valores y principios ...”.

La sociedad debe recoger estas expresiones de alguien “que conoce a la bestia por dentro”, para que el CNE proceda con apego a principios y no a resentimientos o a “promesas” lejanas, ya que la historia no perdona