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Derecha e izquierda

Avatar del Bernardo Tobar

El socialismo pregona el igualitarismo. Es una izquierda más extrema, que exige al Estado suprimir las diferencias en la propiedad y la riqueza

Hay que acordar al menos la terminología ahora que, según la vocería progre, Venezuela o Cuba resultan ejemplos en derechos humanos. Mi definición, concreta y alejada del enciclopedismo, ubica en la derecha la ideología que defiende, sin restricciones, los derechos humanos, el principal de los cuales es la libertad individual y sus consecuencias en todos los ámbitos, incluyendo la libertad de emprender y generar riqueza y las dinámicas del mercado, en lo económico; y la alternabilidad democrática y separación de poderes, en lo político, único antídoto contra el autoritarismo, que siempre deriva en restricciones a la libertad. En esta definición, derecha y liberalismo son lo mismo.

En contraste, la izquierda supedita los derechos individuales a lo colectivo, y la libertad económica y el mercado, al control estatal. Para ejercer este control, la izquierda exige que la Función Ejecutiva y los órganos de la administración tengan amplias facultades cuasilegislativas -las llaman regulatorias, eufemismo con el que se solapa su efecto de ley-, así como potestades jurisdiccionales, esto es la atribución para decidir sobre los derechos subjetivos de los administrados, incluso en caso de ciertas disputas entre estos, todo lo cual difumina la separación de poderes y allana el camino a su concentración. El autoritarismo, en esta orilla, es un vicio inherente.

Hay, naturalmente, grados en ambos espectros que no desnaturalizan la clasificación mientras no se modifique lo esencial. Así, los países escandinavos, que cierta narrativa se empeña en presentarlos como socialismos democráticos, son cualquier cosa menos de izquierda. Que el Estado cubra planes sociales con altos impuestos personales no los convierte en socialismos, si por otra parte el régimen preserva un amplio margen de libertad individual y de mercado, donde el gobierno interviene muy excepcionalmente. De hecho, la carga fiscal corporativa en varios de estos países es menor a la del Ecuador.

El socialismo pregona el igualitarismo. Es una izquierda más extrema, que exige al Estado suprimir las diferencias en la propiedad y la riqueza, aunque abogan, vaya ironía, por la diversidad en todo lo demás. El socialismo ya no solo lleva el vicio latente de toda izquierda, el autoritarismo, sino que necesita activarlo, pues sin mutilar la libertad individual no es posible lograr la igualdad material.