Bernardo Tobar Carrión | Mentiras constitucionales

Decir que el Ecuador es plurinacional es como afirmar que Cuba es libre
De nada sirven las declaraciones en las cartas políticas si no hay historia y hechos que las sustenten, y para cuando Ecuador discuta la vigésimo segunda, según cómo se lleve la cuenta, habrá que rehacerla desde el preámbulo y su primera disposición, que resume todos los mitos y brilla por sus omisiones. Es imperativo que se superen sus nociones, pues encierran las raíces del desastre.
Montecristi empieza renegando de la historia. ¿Puede un país construirse censurándola, calificándola de dominación y colonialismo opresivo? Desde cierta perspectiva, toda nación es fruto de la guerra, de la imposición de los vencedores sobre los vencidos, pero los socialistas siempre adoptan la posición de la víctima para justificar reivindicaciones extremas, absolutistas.
En todo el preámbulo, ampuloso y contradictorio, y en su primera declaración fundacional, no se encuentra alusión alguna a la libertad del ser humano, principio estructural de numerosas cartas políticas, como la de Estados Unidos de Norteamérica, Argentina o España y muchos otros países que instituyen la república con el fin principal de defenderla. En la de Montecristi la libertad aparece mucho después, al final de una larga lista de derechos colectivos, a los que queda supeditada. También afirma que se trata de un estado plurinacional, unitario, social, de derechos y de justicia, laico. Decir que el Ecuador es plurinacional es como afirmar que Cuba es libre. Que existan pueblos ancestrales es una cosa; que haya múltiples nacionalidades, otra muy distinta. De hecho, el Ecuador no ha logrado construir una identidad nacional, una de sus mayores falencias. ¿Y de qué ha servido este equívoco que no sea para crear una casta minoritaria y privilegiada, con derechos territoriales, ventajas en la explotación de recursos naturales y una jurisdicción que ha sido abusada para lograr impunidad?
Y bien sabemos que lo de social y de derechos, fórmula de la servidumbre del estado de bienestar, es la antípoda del Estado de derecho y del imperio de la ley, como sabemos que la justicia acusa metástasis. ¿Y puede decirse laico un país sometido al credo de la naturaleza, a la que confirió derechos y colocó a la cabeza de la pirámide normativa? Solo se suplantó un dogma por otro, relegando el cristianismo a un culto tolerado y elevando a la Pachamama a deidad oficial.
El Ecuador no está reflejado en Montecristi.