Abelardo García: Perfecto retrato
Quedamos retratados, porque no solemos cumplir las normas; porque cada quien va por delante, de manera inconsulta...
Hace días, cuando se celebraba a las brujas, zombis y otras monstruosidades, en la avenida León Febres-Cordero, de la Puntilla-Samborondón, se vivió un loco evento que nos retrata por entero.
Una fiesta organizada, con cuota, con adolescentes desaprensivos, con sobrecarga de adherentes, pero sin control ni permiso de esa administración, ocasionó uno de los más grandes taponamientos que se recuerda y que develó, sin duda, cómo somos, cómo actuamos, cómo reclamamos.
Cuando al interior se desbordaban los visitantes; cuando al siguiente vehículo se le cerraron las puertas de acceso; cuando la cola hizo que la viveza criolla iniciará una segunda fila, una tercera y una cuarta, se bloqueó todo, se armó el caos y se desataron las pasiones.
Pero, como siempre, al mejor de nuestros estilos, la responsabilidad se lanzaba sobre los no presentes: sobre la autoridad que, sin duda, no estaba enterada de nada.
Se denigraba a vigilantes, policías y al alcalde no previsivo. La culpa no era de los conductores que bloquearon la calle, ni de los organizadores que se desproporcionaron en las invitaciones. La culpa no era de un imprevisto absurdo que se hubiera podido evitar si se respetaban cánones y el sentido común.
Nunca somos responsables: el responsable es otro, y si está lejos e indefenso, mejor. Porque, ¿cómo se puede prever la bárbara e inusitada actuación cuando no hay una ciudadanía que reaccione como debe? ¿Cuando el irrespeto al otro nos impulsa? Quedamos retratados, porque no solemos cumplir las normas; porque cada quien va por delante, de manera inconsulta, precipitándose sobre el sentido común.
No defendemos la planificación vial existente; es más, creemos que en la zona deben generarse vías alternas norte-sur para descongestionar una avenida saturada. Pero eso no es patente de corso para que se actúe con libertinaje, violentando leyes de tránsito y bloqueando la movilidad de otros, que posiblemente, ni enterados de la fiesta, sufrieron sus consecuencias.
Formemos gentes responsables.