Urge la atención del Gobierno en cuanto a los cambios esperados
Querer negar o matizar la dura realidad que millones de ciudadanos viven a diario es una gran equivocación y una injusticia.
Cómo no comprender que millones de ciudadanos pidan un cambio profundo cuando la superación de la pobreza no llega a la mayoría. No existen palabras para hacer entender, cuando se conoce la precariedad en la que habitan millones de personas en medio de las grandes y pequeñas ciudades y en donde el desarrollo solo alcanza a pocos sectores. Solo queda guardar silencio ante el control territorial de grupos delincuenciales organizados y en lugares donde son estos quienes imponen justicia y tienen en sus manos la vida de los habitantes.
El llamado urgente al cambio que necesita el país y que tanto escuchamos por estos días es un reclamo justo que tiene que ser atendido y no confundido como un grito pasajero. Hay una nueva generación, mejor educada que las anteriores y conectada a través de la tecnología, con expectativas y demandas más exigentes sobre lo que debe hacer el Estado. La demanda por los cambios esperados debe materializarse en lo más básico: creación de empleo digno, vivienda, seguridad para todos, servicios públicos de buena calidad, atención efectiva en salud, presencia efectiva y permanente de las instituciones del Estado en infraestructura educativa digna y de calidad, combatir realmente a la corrupción e impunidad, etc. Tras los aciagos días de protestas y violencia pasados, mantengamos la esperanza de que nuestros gobernantes hayan escuchado el ansiado grito, no solo del sector indígena por el cambio social que necesita el Ecuador, sino como demanda urgente y justificada de la gran mayoría de ecuatorianos y no como un cántico de sus opositores. Querer negar o matizar la dura realidad que millones de ciudadanos viven a diario es una gran equivocación y una injusticia. La pobreza y desesperanza está golpeando hasta el alma a las familias ecuatorianas. ¡Esperamos que el primer mandatario tenga la voluntad política y capacidad de materializarlos!
Ec. Mario Vargas Ochoa