¿Con pijamas a rayas?

Los niños creen todo lo que les contamos; confían en nosotros y nos admiran

La emotiva película El niño del pijama de rayas relata la dura situación de los judíos en los campos de concentración nazis. El espectador con ojos llorosos seguirá pensando en la guerra, sus causas y consecuencias; y tal vez en alguna moraleja pues sus actores: Bruno, alemán; y, Shmuel, judío, ambos de 8 años, terminan en la cámara de gases. Otra película: Jojo Rabbit, comedia dramática de 2019, basada en el libro de Christine Leunens, donde Jojo es un niño alemán de 10 años miembro de las Juventudes Hitlerianas, que descubre que su madre está escondiendo a una joven judía en su casa. Esto le hará cuestionar sus creencias acompañado de su amigo imaginario, una versión caricaturesca de Adolf Hitler. Quizás las primeras ideas acerca del tema se expresan en La vida es sueño, de Calderón de la Barca. Las formas impositivas de cultura mediante fanatismos se incuban en las mentes infantiles, quienes asumen como verdaderas las afirmaciones de los adultos mediante una educación muy discutible. Los niños solo llegan a expresar: “Quizá todos somos fantasmas, pero aún no lo sabemos”. Los niños creen todo lo que les contamos; confían en nosotros y nos admiran. Hoy nos embaucan el mejor francotirador; el cuerpo más voluptuoso; las más recónditas denuncias; el mejor hijo de papá; etc.; son enganches para reemplazar al suicida cruzado. ¿Políticamente hemos madurado o seguimos siendo ingenuos como niños? ¿Caminaremos candorosos a la cámara de gas? Los resultados en las próximas elecciones pueden aclarar la situación.

Ricardo López González