Cartas de lectores

“Si los pícaros supieran...”

Ante la avalancha de casos de corrupción que cada día salen a la luz, además de la profunda decepción y el terrible desencanto del pueblo para con una gran mayoría de políticos, quedan muchas reflexiones. Una gran parte de los corruptos que han salido a la luz, son, aparentemente, profesionales surgidos de las universidades ecuatorianas: jueces (abogados), ingenieros, médicos, economistas, etc. ¿Acaso el sistema universitario ecuatoriano está fallando? No lo creo, me parece que hay un fuerte componente de formación hogareña, ejemplos de padres, hermanos, parientes y más entornos. Tiene mucho que ver, también, la constante presencia de autoridades políticas, con carreras meteóricas a la cima del poder económico, con exhibiciones obscenas de fortunas mal habidas, y, fundamentalmente, con impunidades descaradas, bandereadas cual si de logros se trataran, con aparentes triunfos judiciales basados en deformaciones judiciales, impúdicamente sacramentadas por jueces mediocratizados por migajas de dinero, poniendo en juego su calidad y prestigio profesional a cambio de una efímera comodidad económica. Estos ejemplos motivan a que continúe la corrupción. Ellos no participan en política por vocación de servir, sino para llenarse los bolsillos. Consideran cada posición política, de elección o nombramiento, una posibilidad de enriquecerse, como vimos en el gobierno de la malhadada década y que en muchos casos se continúa viendo en el actual. Pero hay manchas que quedan, que son perennes. La opinión pública los etiqueta de manera permanente, los cataloga como vulgares y descarados ladrones. Sus hijos sufren la vergüenza de la culpa paterna en cualquier parte del mundo donde vayan; son señalados con el dedo. En mi niñez escuché de mi padre un dicho de vieja data: “si los pícaros supieran que ser honrados es un buen negocio, de satisfacciones placenteras, fueran honrados por picardía”