Perseverar para que los derechos humanos continúen vivos

Depende de nosotros cambiar la situación. Entre todos tenemos que perseverar para que los derechos humanos continúen vivos.

Hay una receta para no desfallecer, que no es otra que impedirlo. La cuestión no está en caer en la desdicha, sino en no permanecer caído. Siempre hay que levantarse, encender el entusiasmo, hallarse para poder evolucionar y revolucionarse en vida; dar lo mejor de uno mismo, esperanzarse e ilusionarse, reivindicar espacios y oportunidades. Sin duda, la Declaración Universal de los Derechos Humanos debe hacernos más fuertes; al menos ostenta el récord Guinness mundial de ser el documento más traducido y uno de los más citados. Pero aún son demasiadas las personas que desconocen sus derechos básicos como seres humanos, o se les niegan, teniendo que mendigar algo que es inherente a la persona, excluyéndoles de esa universalidad de valores eternos, como la equidad, la justicia y la dignidad humana. Hay demasiadas políticas haciendo partidismo. Multitud de líderes marginan a los que no son de su corriente. No proponen el bienestar de algunos con exclusión de los demás, sino el de todos. 

Tampoco podemos destruir existencias. No importan donde nazcan o vivan, su raza, etnia, religión, origen social, género, orientación sexual, opinión, discapacidad, ni cualquier otra condición. Tal vez nuestra gran misión sea reintegrarnos y conseguir fraternizar esta diversidad, superando todos los obstáculos. Depende de nosotros cambiar la situación. Entre todos tenemos que perseverar para que los derechos humanos continúen vivos.

Víctor Corcoba