El país nos necesita a todos para hacer los cambios esperados

Muchas cosas deben cambiar en el país. Las necesitamos, pero llegarán si abonamos el terreno con una mirada más profunda a nuestro interior. Siempre deseamos resultados inmediatos, rápidos, externos y efectivos. A veces, sin embargo, las circunstancias nos fuerzan a ser tolerantes y pacientes. Este es un medio muy provechoso para reconocer nuestras limitaciones y madurar los procesos que nos enseñan que los cambios no se resuelven de un día para otro. Las circunstancias internas, el dolor en todas sus formas, pueden debilitar la paciencia y la esperanza en corto tiempo si los resultados ante los graves problemas que padecemos no se reflejan. Hambre, inseguridad, corrupción, desesperanza e incertidumbre son realidades que generan sufrimiento, ansiedad y desesperación. La situación que atraviesa el país es aparentemente insoluble; todo parece reducido a la impotencia o la nada de no ver los cambios anhelados. La reconstrucción del país pasa por una profunda renovación en lo ético y moral, y en especial en nuestra clase política, funcionarios públicos y privados. El país está inserto en una dinámica caótica que exige cambio profundo. Si bien la gravedad de todos los problemas no pueden ser atribuidos al gobierno, es importante que tome decisiones más acertadas. Que los políticos tengan honestidad, implicarse con los sufrimientos de las grandes mayorías, porque de los problemas que nos afectan se sale con diálogo y consensuando grandes decisiones que permitan el desarrollo del país y el bienestar colectivo. ¡El país nos necesita a todos!