Para la mujer de mi vida

Debemos mucho a este ser que nos llena de amor durante sus mejores años

La mujer es el ser más sublime de la Tierra. Basta con apreciar cuánto se esfuerza a diario para alcanzar sus me-tas en un mundo con rezagos de machismo, que opaca su labor. Gracias a este maravilloso ser somos capaces de gozar y vivir en este mundo.

Las mujeres en su niñez muchas veces suelen ser rechazadas desde su misma concepción; se cree que no son capaces de dar relevancia a un apellido, la ven como sexo débil. Un defecto de la sociedad que de a poco desaparece. Mujer y adolescente: los cambios sociales y la innovación tecnológica revelan la necesidad de que hombres y mujeres regulen sus emociones, expandan su conocimiento y se preparen académicamente; más en la adolescencia, etapa llena de distractores en que algunos tropiezos detienen sus sueños. Mujer y madre: maternidad a tempranas edades. Un problema social que crece en todo el mundo. No obstante, su mayor fortaleza; ¿quién no ha visto a una de ellas luchando por sacar adelante a su familia y educar a sus hijos? Mujer y profesional: las carreras universitarias han abierto puertas a ambos sexos y les han generado oportunidades laborales. Muchas hoy ocupan altos cargos como militares, policías, médicos cirujanos, asambleístas, maestras, abogadas, científicas y presiden-tas de una república. Mujer con sabiduría: la tercera etapa de todo humano, la vejez. Denota las fortalezas, vivencias y virtudes alcanzadas. Debemos mucho a este ser que nos llena de amor durante sus mejores años. Agradecidos por sus consejos, evitémosle problemas, tratémosla como una reina hasta el fin de su tiempo. 

Roberto Camana-Fiallos