Mi Guayaquil profundo

Es imperativo enlazar urbanismo y humanismo

Las ciudades se rigen bajo leyes municipales, según dictan las ordenanzas creadas para el efecto, pero observando siempre la Constitución Política del país. Hay ordenanzas para todo y justo ahí está el problema, por el desconocimiento del pueblo. Por eso la importancia de educar a la gente sobre las leyes municipales y las sanciones por irrespeto o violación de la ley. La ordenanza sobre parques, alamedas, parterres y aceras debe respetarse. Estos no fueron creados como letrinas para perros; los dueños de mascotas, por desconocimiento tal vez, ignoran la sanción a que están expuestos. Es loable la acción del Cabildo en beneficio de las mascotas, pero sería mejor dar a conocer el orden que exige la ciudad; de no ser así, con el paso del tiempo tendríamos que llenar la ciudad de carteles dirigidos a los perros para que eduquen a sus amos. Es imperativo enlazar urbanismo y humanismo. El primero permite adecentar el ornato haciendo cumplir las ordenanzas, y el segundo es la calidad de vida de sus habitantes; en ello va la cultura y la seguridad social. Los bajos de los pasos a desnivel son guarida de indigentes y drogadictos. El ornato de la ciudad no es solo piscinas con olas artificiales; la felicidad de la gente no se mide con diversión; hay que darle educación, empleo y seguridad. La inseguridad es nociva para el turismo y el desarrollo. Aunque no sea competencia municipal es imperativo hacerse eco del problema. No se soluciona atrapando ladroncitos de poca monta y haciendo publicidad de ello. Es urgente crear cuerpos de capacitación sectorial que enseñen a reconocer las necesidades y luego a empoderarse de sus derechos, solo así eliminamos el miedo. La ordenanza por uso indebido de pitos, cláxones y altoparlantes a todo volumen nadie la respeta. El desarrollo del casco comercial se evalúa creando corredores de comercio con bajos impuestos; esto permitiría a los informales regularse y solucionar aunque sea en parte su problema. Sí es posible hacer de Guayaquil una ciudad metropolitana, pero eso depende más de nosotros que del Cabildo.

Juan Francisco Idrovo Martínez