Los indios de mis amores

Por tanto, incapaces para firmar acuerdos, porque no tienen palabra, está devaluada

Agazapado su andar, vestidos de mil colores. Con el dolor muy adentro, suben empinadas cumbres por la sierra madre tierra: los indios de mis amores. La aurora despierta su alma y con ojos soñolientos, con el hielo en las entrañas, el aguardiente en su aliento; revierten la pena en ansias y el carbono en la simiente. Por el olvido a su raza, subyugados han vivido. En sus chozas, fríos lechos, con rabia en los sentidos, por la humillación sufrida, ¡ya nacieron resentidos! Tanto pesar, tanta infamia, tanto abuso tanto encierro; por cinco siglos burlados y negados sus derechos. Por fin alzaron la voz. ¡Ancestros de mis ancestros! Escribí esto sensibilizada por esta triste historia de todos los ecuatorianos. Quise redimir tanto sufrimiento simbólicamente con este extracto de sus vidas; pretendí resarcir la indiferencia de generaciones que no hicieron nada por dignificarlos. Desde pequeños lo único araron, sembraron y cargaron. Por eso despectivamente los llamaban cargadores. Pero al ser reconocidos los pueblos y nacionalidades indígenas, comenzó el arduo camino hacia la educación, aceptada por una minoría. Carecían de todo y de lo más importante, la inteligencia emocional, necesaria para el conocimiento de deberes y derechos. Alzaron sus voces de manera irracional, con odio, violencia, terror, irrespeto total; sin Dios ni ley, en las manifestaciones “dizque pacíficas de octubre de 2019 y de junio de 2022. Mienten a diestra y siniestra, no reconocen sus malas acciones que los catalogan de terroristas, incendiarios, chantajistas. Por tanto, incapaces para firmar acuerdos, porque no tienen palabra, está devaluada.

Myrna Jurado de Cobo