El hartazgo ciudadano de nuestra política y de los políticos

Esto es consecuencia del escenario que ha creado la propia indignación

En calles y en redes sociales se repite aquella simple y contundente expresión de rechazo: "que se vayan todos". Pero no se sabe si incluye solo a los ineficientes integrantes de la Asamblea o a toda la clase política que nos ha gobernado por décadas y que no han hecho nada por cambiar el rumbo del país. La indignación es difusa. Por lo tanto una muerte cruzada lo único que haría es remover las piezas del ajedrez y convocar nuevas elecciones para terminar eligiendo a nuevos miembros pero de una misma clase política fracasada y rechazada por la ciudadanía. Esto es consecuencia del escenario que ha creado la propia indignación. Habrá que ver su evolución. Esta vez el hartazgo se dirige también a un presidente muy debilitado popularmente, debilidad que ha acentuado su dependencia de conformar mayorías móviles con sectores políticos no afines ideológicamente ni compatibles con su plan de gobierno. El Ecuador que sorprendió al mundo por su éxito en la vacunación volvió a ser el país de desilusiones y picardías en la Asamblea, que ha terminado encendiendo la desconfianza de la población. Lo curioso es que las voces de indignación expresen sorpresa ante los hechos. Probablemente es indicio de que una nueva generación está tomando la palabra, una que toma conciencia de una realidad que ha corroído las bases del Estado y la sociedad por décadas, y avanza por la senda de la anticorrupción y la demanda de eficiencia para buscar reformas estructurales que transformen la nación: cambios profundos para un modelo de desarrollo que priorice una economía política inclusiva, con eficiencia y transparencia. El tiempo dirá si se deshilvana la voz del hartazgo y la indignación ciudadana para perfilar el cambio anhelado. Por el momento es solo una esperanza, que pasa por hacer una profunda renovación ética y moral, en especial a la clase política. Todos los problemas no pueden ser atribuidos al gobierno pero debe tomar decisiones más acertadas.

Ec. Mario Vargas Ochoa