No hace mucho constatamos que tras comentar en nuestro hogar nuestro interés por un objeto, nos aparecía en el móvil una propaganda del mismo. Es decir, ahora todos estamos espiados siempre -si no tomamos medidas muy especiales y molestas- para explotarnos en lo económico, como, si interesara a XXX, lo seríamos en lo político, sexual, etc. ¡Qué lejos parecen aquellos tiempos en que mirábamos con envidia a los países que expulsaban espías extranjeros, mientras aquí creíamos que no los había. Ahora mismo estamos viendo tambalearse a un gobierno por haberse atrevido a cumplir con su elemental deber de espiar a quienes habían dado un golpe de Estado. ¡País!
Martín Sagrera Capdevila