Premium

La epidemia de los juegos digitales

Niñez y juventud viven alucinadas con juegos, en apariencia infantiles, que en el fondo tienen mensajes subliminales y basados casi siempre en personajes infantiles andróginos. El ganar o perder es la temática y los personajes tienen nombres cortos para que se graben en la memoria; aquí comienza su metamorfosis. Aprenden sus gestos, palabras, comportamiento, hasta convertirse en parte del juego; quieren vestirse como ellos. Control en manos, brincan, saltan y gritan desaforadamente, hasta llegar casi a la compulsión que solo se calma con ingiriendo canguil, papas fritas, etc. Aquí comienza la obesidad infantil. Pasan horas y horas con estos juegos y comiendo chatarra. El desajuste emocional se hace presente; al salirse de sus casillas, su personalidad se distorsiona, comienzan a fantasear y se convierten en héroes. Al creerse con superpoderes comienza el irrespeto a los mayores. No obedecen, no estudian y el caos termina muchas veces en violencia doméstica. Igual sucede con los teléfonos celulares, desde temprana edad en manos de los niños. Creo que por eso han salido a la venta burbujas antiestrés -“popis”- que evitan que los menores se expongan a las radiaciones que emiten teléfonos y televisores. Hay que acabar con esta epidemia, poner límites a los niños para que se conviertan en jóvenes equilibrados, enseñarles a diferenciar entre el bien y el mal, el respeto a sí mismo y a los demás. Eduquemos desde la niñez, no permitamos que la juventud caiga en vicios.