Encementando Guayaquil

Parece mentira, el mundo entero aboga y proyecta arborizar las ciudades pero a nuestra ciudad la encementan cada día más. Santa Ana Tres, en el norte, amplía la zona de cemento en vez del verdor de los árboles. El Municipio debió destinar a parque lo único que queda en esa zona. Las empresas inmobiliarias de ese sector ya no saben qué hacer con su dinero. Para qué quieren más a costa de afear a Guayaquil. Destinen su dinero o parte de él a mejorar la calidad de vida de los guayaquileños; dejen un recuerdo que perdure. 

Lo mismo va para la nueva administración municipal de Guayaquil. Guayarte, por lo menos la que está en la entrada de Urdesa, debería llamarse Afearte, con mayor razón con la ampliación que está haciéndose, que impide a todos los que entran o salen de Urdesa recrearse con el estero Salado y el puente Zigzag; ya no se los puede apreciar. En este país y ciudad la gente y las autoridades hacen lo que les da la gana por el vil dinero. Solo piensan en hacer obras que les den réditos económicos y/o políticos. Otra barbaridad contra la belleza y ornato de la ciudad fue la obra del transporte elevado. 

Es una monstruosidad. A un costado de la Casa de la Cultura, en Quito y 9 de Octubre, ocupando todo el ancho de la calle, han construido algo grotesco; pareciera una fotografía de la serie Transformers. Es espantoso y ni qué decir de los postes de hierro levantados desde Durán y cruzando el río, y luego en Guayaquil, afectando a instituciones emblemáticas, como el Hospital General, que no podrá utilizar el aeropuerto para emergencias, y los cementerios de extranjeros y el General, que es una belleza y patrimonio de la ciudad. 

Finalmente me llama la atención la desproporción en siembra de árboles que proyectan realizar los alcaldes de Quito y Guayaquil. El de Quito promete sembrar un millón, la de Guayaquil solo 30 mil. Y ojalá que sean árboles y no palmeritas ridículas que no dan sombra ni oxígeno.

Jorge Luis Rojas Silva