Un crimen que provoca muchos más

Restos de tribus de pastores nómadas estaban siendo rodeadas cada vez más por civilizaciones agrícolas que iban ocupando las tierras del pastor Abel, dando origen a las primeras ciudades, como la de Caín. Los pastores se unieron y se hicieron guerreros para defender sus pastos. Necesitaban, para subsistir, cubrir sus bajas en batallas, por lo que persiguieron ferozmente, entre otras prácticas anticonceptivas, la homosexualidad. Los “cainitas”, en cambio, hacinados en ciudades, la estimularon, como Platón, para evitar una superpoblación que los llevara a promover guerras, como Esparta. La ciencia moderna ha probado que la homosexualidad es un instinto de supervivencia que va aumentando en todas las especies superpobladas, como lo fue la nuestra en Europa, llevándonos a montar un sangriento imperialismo mundial y dos guerras planetarias. De 1950 a 2017 (en 75 años), la población mundial se ha triplicado, de 2.500 a 7.500 millones, fomentando guerras, hambrunas, desertificación y enfermedades. Todavía hay muchos países que condenan la homosexualidad y no faltan quienes guiados por códigos válidos para tiempos y circunstancias de hace 5.000 años, persiguen y matan a homosexuales. Es un error que fomenta más crímenes y tragedias.