La corrupción del poder correísta

No hay certeza alguna de que esta clase de justicia funcione como un reloj suizo

Hace poco el asambleísta Villavicencio informó que más del 80 % de las personas que trabajan en la Judicatura fueron asignadas por el gobierno del correato. Y siguen ahí, por mera jactancia de la mediocridad. No hay certeza alguna de que esta clase de justicia funcione como un reloj suizo. Todos los abogados ponen sus quejas, desde los códigos insulsos con sopa de letras que dicen lo mismo que los códigos que derogaron. El modelo intentó cambiarse pero en el fondo sigue igual. Todo cambia para seguir igual. ¿Cuál es el problema? Que ese 80 % está ahí por la fuerza de los momentos políticos coyunturales, para servir los intereses de Correa y Cía. Ahora eso no tiene base alguna. Hay otra razón. Al comenzar su administración Lasso, la judicatura pretendió fingir que era aliada al nuevo gobierno. Eso se disimuló con la 'benigna negligencia' en la extradición de Correa. Poco a poco la Judicatura ha ido 'cayendo' en manos de personas ajenas al correato. Y Correa quiere apuntalar la impunidad. Es la única razón tras la desesperación por controlar nuevamente la Judicatura. No importa cuándo dinero haya ni cómo se compran y venden los cargos. La metástasis de la justicia trata de ser contenida por un puñado de buenos jueces incorruptibles. ¿El resultado? Urge una reforma íntegra del organismo de control y disciplina para que la Judicatura deje de ser tal y se convierta en magistratura. ¿Cómo? Desalojando a todos los individuos provenientes del correato, sencillamente porque están contaminados, en la siguiente fórmula: Terminar con el monopolio del control y disciplina mediante mínima discrecionalidad y absoluta transparencia pública (-M-D=T).

Francisco Bayancela G.