Un concilio de avispados

Tras muchos años de fuerte resistencia -ahora sabemos por qué- no queriendo rendir cuentas, los obispos españoles han tenido que reconocer que no eran suyas al menos unas mil de las 35.000 propiedades que una ley inicua de Aznar, vigente hasta 2015, les permitió inmatricular como propias sin ningún control judicial y de las que ya han vendido más de cien. Contando desde 1945, llegan a 100.000, según la entidad Recuperando. Sin duda hay obispos menos “acaparadores” que otros, pero, por acción u omisión, todos (y su jefe), son mancomunadamente responsables de estos mil confesados expolios. Lo escandaloso no es denunciar su tardía y obligada confesión, sino que esos culpables no hayan sido aún juzgados como se merecen. Casi la mitad de las 35.000 propiedades que matricularon gracias al PP no son ni templos ni anexos suyos. Más aún, como los médicos no son dueños de los hospitales, tampoco las restantes 34.000 propiedades, incluidos los edificios “sagrados”, separados, hechos para salvar almas, son propiedad del clero, sino de los pueblos que entonces los tenían y trabajaron. Como en los países serios, cuando tantos, por falta de fieles, ya no sirven para eso, deberían ser utilizados para el arte, la cultura y, sobre todo, directamente o por permuta, para obras sociales, que es lo que hubiera hecho con muchos de ellos Jesús.

Diego Mas