Cartas de lectores | El último tío

¡Dios te cuide querido tío, tanto en lo que resta aquí, como allá, en la eternidad!

Está que se va y se va, pero una parte de él se aferra a la vida, como queriendo seguir siendo el que represente a una dinastía que se extingue. Educado, caballero y elegante, de exquisitas costumbres y sabios consejos, de hablar fino a veces y en otras de sustos e invocaciones a la Narcisita o al primer santo que se le venga a la mente. Nerviosito como su madre, o la mía, siempre tenía un sobresalto gracioso y especial.

Todavía yo era un pequeño cuando me enteré de que era mi tío. Al principio le tenía más miedo que respeto. Sus reglas estrictas en la vieja casa de San Martín y Morro, donde vivió su infancia, juventud, y parte de su adultez, lo hacían ver como un sargento del ejército. Pero su don de gentes lo fui notando y valorando conforme pasaba el tiempo. Las destempladas y ensordecedoras órdenes que daba para evitar que juguemos corriendo por las interminables galerías, sobre los añejos linóleos y otras partes de la vieja casa, fueron bajando de tono a medida que llegaba cada cumpleaños, tanto los de él como los míos.

En la familia Morla siempre ha sido una tradición festejar los cumpleaños. Hoy no podía ser la excepción. Mi tío, el último de esta rama, debería haber soplado 91 velas. Ya son muchas las que se ha perdido, porque una especie de degeneración muscular y cerebral lo tiene postrado en una invalidez total. Hoy, a los tiempos, no le pudimos cantar y hacer bailar ninguno de sus temas favoritos. Lo que siempre yo, con mis teclados, hice un sinfín de veces. Su tema favorito, casi un himno familiar, ‘I’m in the mood for love’, esta vez se lo quedé debiendo. “El humor para el amor” no está presente, pero en todos sus descendientes el amor sí está presente, siempre lo ha estado. Y traspasará hasta el día en que por fin descanse en paz. Seguramente, allá donde se dirige será recibido con mucho amor y acá lo recordaremos con resignación y agradecimiento a la vida por haber disfrutado de su buen humor durante mucho tiempo. ¡Dios te cuide querido tío, tanto en lo que resta aquí, como allá, en la eternidad!

Tu sobrino,

Roberto Montalván Morla