Cartas de lectores | Mensaje en la arena

Es curioso que cosas tan simples pueden enriquecer y avivar la creatividad para pensar más allá de lo obvio

No sé por qué, pero recién a tres meses de sucedido puedo concluir este relato. Era 31 de diciembre, cinco y treinta de la tarde. El viejo sol de siempre a la misma hora de siempre y por el mismo horizonte de siempre empezaba su descenso a las profundidades del océano frente a las playas de General Villamil. Absorto y meditabundo, empecé a caminar por el filo del mar, igual que cuando era niño. Unas veces saltando para no mojarme los pies en la orilla y otras buscando mojarlos. ¡Qué maravillosas sensaciones! En los minutos finales de 2023 mi afán más bien era tener unos minutos a solas para olvidarme un poco de los duros momentos que mi familia, sobre todo mi esposa y yo, estamos pasando. Reflexivo, pensativo, atormentado, y “tiritando, caminando por la playa” me llamó la atención un mensaje sobre la arena dura, escrito con alguna punta como de caña o palito, que decía: “Feliz año 2024”, y a un lado el dibujo de un perfecto corazón. Me pareció bastante profesional, tal vez de algún gran artista. ¿Pero qué artista haría algo tan bonito y fugaz? Entonces me dije, antes de que el océano lo borre, le tomo una foto. Y ahí quedó, para siempre en mi nube. Y pensé, ojalá también los sentimientos pudieran fotografiarse para que queden guardados eternamente en el infinito. Para que cuando las personas amadas ya no estén con nosotros podamos ver esas imágenes y revivir momentos maravillosos.

Seguí mis pasos y miraba cada rostro de los que disfrutaban de la caída de sol, tratando de adivinar quién podría haber escrito tan original mensaje. ¿Habrá sido un hombre, una mujer? No tengo la menor idea. Pero por lo delicado de los trazos imaginé que sería una mujer. Porque ellas tienen esa gracia en su escritura. Una caligrafía sensualmente perfecta y deliciosa, propia de las manos privilegiadas de quienes algún día serán madres. Como la mía. Lamentablemente, no pude hallar al autor. Volví a mi habitación, renovado, entusiasmado. Es curioso que cosas tan simples pueden enriquecer y avivar la creatividad para pensar más allá de lo obvio, de lo predecible, de lo cotidiano. ¿Así es el amor?

Roberto Montalván Morla