Cartas de lectores | Maldad sin límites
Los más violentos cazan a los humanos como si fueran animales, los amarran, los golpean y los asesinan
Impresiona ver el descaro y el cinismo con que los delincuentes nacionales amenazan a sus aterrorizadas víctimas. De sus bolsillos sacan las armas con las que, con amenazas, despojan de sus bienes al prójimo. Son muy valientes cuando tienen la pistola en mano.
Los más atrevidos disparan a mansalva y rematan a sus víctimas para asegurarse de que jamás vuelvan a levantarse, mientras sus compinches, en motos robadas, disparan contra niños, mujeres y todo ser vivo que se asome en su trayecto.
Los más violentos cazan a los humanos como si fueran animales, los amarran, los golpean y los asesinan. Y qué decir de los que cortan en pedazos los cuerpos de los muertos, para luego tirarlos en sacos de yute a los vertederos, buscando generar terror en la sociedad.
Otros van de casa en casa y de local en local exigiendo plata y, si no les dan, disparan y dinamitan con furia incontrolable. Ahora circulan por todas partes estos gatilleros repartiendo plomo sin resquemor y sin una pizca de arrepentimiento. Estos miserables son los primeros en demandar sus derechos, después de pisotear los derechos de los demás. Un silencio sepulcral sale de la boca de los defensores de los derechos humanos cuando se les habla de sus monstruosidades.
¿Merecen estos monstruos la cárcel o quizás sería mejor la pena de muerte?
Gustavo Vela Ycaza