Cartas de lectores: El fracaso de Ecuador es por falta de liderazgo

Los partidos políticos se desdibujan y tienen dificultades para articular sus acciones con el futuro de las masas

El fracaso del país tiene en su base una fácil explicación. Desde varios años atrás no ha tenido un liderazgo inteligente, creador, imaginativo, visionario, disciplinado y honesto que haya hecho soñar y dar esperanza a un pueblo maltratado, que siempre ha querido salir de la miseria y la pobreza. Lo poco que se le ha dado es ‘esperanza’ de corto plazo, que ya nadie cree, y en la que se ha jugado con sus emociones, creando distanciamiento entre su visión de futuro y la agresión de una ingrata y perversa realidad. Necesitamos un verdadero liderazgo. Ecuador está en un tránsito perpetuo entre un pasado que conforma su minoría y una visión de futuro que inspira su evolución. El liderazgo es indispensable: hay que tomar decisiones en ocasiones duras, ganarse la confianza del pueblo, mantener las promesas, proponer una forma de avanzar. En las instituciones humanas, religiosas, empresariales, educativas, se necesita liderazgo para ayudar a las personas a ir de donde están a donde nunca han estado, y en ocasiones, adonde apenas imaginan que pueden llegar. Sin liderazgo, las instituciones pierden rumbo y los países se exponen a una irrelevancia cada vez mayor. En la actualidad, la mayoría de ciudadanos no le ha dado importancia a la política. Y el liderazgo político que nos ha gobernado desde décadas atrás siempre ha estado interesado solo en las próximas elecciones, el control del poder y la oportunidad de salir de pobres; o no volver a trabajar lo que les queda de vida; le dieron la espalda al pueblo. Hoy el 70 % de los ciudadanos, cada vez más se alejan de la política, de los caudillos y dirigentes políticos. Los partidos políticos se desdibujan y tienen dificultades para articular sus acciones con el futuro de las masas. Los liderazgos políticos son mediáticos, sin la cercanía que requiere el accionar político democrático. La desilusión es obvia. Se necesita algo nuevo, valiente y con carácter. La valentía para elegir una dirección entre diversas opciones complejas y difíciles requiere voluntad y fuerza de carácter para mantener un curso de acción cuyos beneficios y peligros, en el momento de la elección, solo pueden vislumbrarse de modo incompleto.

Mario Vargas Ochoa