Cartas de lectores: Te espero en la esquina

La besó en la mejilla y la subió a su vehículo, llevándola calle abajo, hacia el sur

Vivían muy cerca; en la adolescencia descubrieron la chispa del amor. Mario se valió de una amiga para enviarle dos días antes de la primera cita el mensaje escrito en papel plateado de envoltura de cigarrillo empapado de perfume, en sobre cerrado. Bordado con rama de flores decía: te espero en la esquina del parque. Julia, nerviosa, esperaba el 14 de febrero de 1980 para ir al punto de encuentro. Se puso el mejor traje floreado y prestó el juego de perlas a su abuela. 

Su rostro se cubrió de rubor, se alzó la pestaña con rímel, se pintó los labios de carmín. La chica era bonita, pero resaltaba su belleza con arreglos. Julia llegó primero y se apostó en la esquina del parque en su área infantil; mientras esperaba admiró la belleza de la iglesia de fachada de madera de Santa Elena, los árboles de tamarindo y altos algarrobos. 

La hermosa glorieta de puntas góticas, los paseos cubiertos de peregrinas. La resbaladera le recordó caídas en su niñez. Quiso marcharse al no llegar el enamorado; de pronto apareció apresurado, conduciendo una bicicleta prestada. La besó en la mejilla y la subió a su vehículo, llevándola calle abajo, hacia el sur. Llegaron al salón Estilete y entre gaseosa y tostada de queso, y con canciones de JJ en la rocola, se declararon amor eterno.

 Al terminar la cita pasaron cerca de la residencial Pancho Pérez en busca del ceibo cercano al pozo donde estamparon su nombre en un corazón labrado en el tallo. Quedaron a volver a verse con un ‘te espero, frente a la iglesia, el parque de la madre, cerro el Tablazo o glorieta de Ballenita; no faltes.

Evelio Patricio Reyes Tipán