Cartas de lectores | Drama y tragedia cada día

El drama y la tragedia que esta situación genera no parecen importar en absoluto a estos ‘actores’

Los fallos en la seguridad y en la producción económica son dos realidades con las cuales la sociedad ecuatoriana convive cada día. Estos problemas se repiten constantemente y sus causas son bien conocidas.

Desde la invasión peruana, la gobernanza en Ecuador ha sido ineficaz. Velasco Ibarra lo justificaba, y las decisiones de sus gobiernos solían chocar con los poderes establecidos de la época. Velasco fue el primer gobernante que demostró una notable capacidad para liderar, y sus múltiples defenestraciones lo confirmaron. Era capaz de convencer tanto a los militares como a la oposición, pero su permanencia en el poder siempre fue efímera. Existió un fallo fundamental en la manera de organizar el poder que había logrado conquistar.

La siguiente etapa en esta dinámica la protagonizó Plaza Lasso, quien destacó por su ponderación y pragmatismo. Lo continuaron Ponce Enríquez y su liderazgo respetado. Con la llegada del petróleo, se debió continuar escalando en este método, pero la situación culminó con los dictadores militares y el inicio de los denominados “delitos de corbata”.

Mientras existió cierto orden, la seguridad estaba garantizada, y los delitos más comunes eran el abigeato y la malversación de fondos. Incluso entre los autores de estos delitos, existía un cierto sentido de ‘honor’.

El estallido de la corrupción se dio posteriormente, y su conexión con la inseguridad fue inmediata e inevitable.

Los autores de la Constitución de 1978 establecieron las bases para que la productividad y la seguridad fueran de la mano. Sin embargo, todo esto fue destruido por la Constitución de 2008. El Ecuador de hoy refleja este resultado, aunque quienes han gobernado el país desde 2008 insistan en negarlo. Estos intereses inconfesables minan todo esfuerzo por mejorar la calidad de la gobernabilidad. Quienes los sostienen parecen adherirse al refrán antiguo: ‘A río revuelto, ganancia de pescadores’, para obtener beneficios económicos, a menudo en manos de personas cada vez menos capacitadas académica e intelectualmente.

Actualmente, enfrentamos un crimen organizado que crece cada vez más, ‘políticos’ que destacan únicamente por su habilidad para engañar, una burocracia complaciente y dócil, y una administración de justicia que parece estar siempre en crisis.

El drama y la tragedia que esta situación genera no parecen importar en absoluto a estos ‘actores’.

Dr Francisco Bayancela González,