Cartas de lectores: Las Acacias, ayer un modelo de ciudadela, hoy en abandono
Se requieren acciones firmes que devuelvan la paz, seguridad y el espíritu comunitario
La ciudadela Las Acacias cumple este 25 de julio 50 años de existencia. Fue inaugurada en 1975. Su apertura fue celebrada como se merecía, pues sirvió de prototipo para múltiples programas habitacionales replicados en varias ciudades del país. Fue fruto del sueño de destacados militares y jóvenes profesionales del Dpto.
Técnico de la Sucursal Mayor del Banco de la Vivienda en Guayaquil. Monumentales bloques multifamiliares, villas acogedoras y funcionales, calles peatonales ornamentadas, amplios parques y numerosos espacios verdes vencieron la inicial renuencia de los compradores, que dudaban por la lejanía del centro y el tamaño reducido de las casas. Pronto se transformó en un lugar ideal para vivir. Sin embargo, el tiempo ha provocado el envejecimiento o desaparición de los fundadores y el éxodo de sus herederos.
Esto ha tornado al antiguo asentamiento en una ciudadela desolada. Muchos moradores perdieron el entusiasmo, dejaron de dar mantenimiento a los bloques y villas; el municipio no regeneró las calzadas ni cuidó los árboles emblemáticos; la delincuencia y el desaseo comenzaron a imponerse. Hoy, foráneos se adueñan de los parques, recicladores esparcen basura, y el centro comercial sirve de dormitorio a indigentes.
Gavillas de asaltantes merodean las peatonales, atacando impunemente ante la casi inexistente presencia policial. A esto se suma la falta de iniciativa de muchos vecinos: bloques y villas lucen sucios, con grafiti; ya no se realizan mingas. Los parques están vacíos o dominados por drogadictos y rateros; el central ya no es sitio de juegos ni descanso. Extraños lo ocupan a todas horas, con gritos y actos de violencia, mientras decenas de mototaxis invaden calles sin control. El centro comercial, sombrío y desolado, se ha convertido en madriguera de drogadictos que espantan a comerciantes y clientes.
Muchos locales han cerrado por miedo a los antisociales del lugar. Cormac McCarthy tituló su novela Este no es un país para viejos; pero Las Acacias no debe ser solo una ciudadela para viejos, aunque muchos de sus actuales habitantes necesitan atención. Es vital que las autoridades municipales ejecuten campañas de concientización y que la Policía refuerce su control en calles y pasos elevados, donde actúan a diario delincuentes cobardes. Se requieren acciones firmes que devuelvan la paz, seguridad y el espíritu comunitario que por décadas caracterizó a Las Acacias, barriada emblemática del sur de Guayaquil.
Teófilo Villón