Cartas de lectores | La desorganización propicia la inseguridad
La solución definitiva radica en que las compañías de transporte se sujeten a normas empresariales
La falta de acuciosidad por parte de los conductores del transporte público y el escaso control de las autoridades de tránsito son aprovechados por delincuentes para cometer sus atracos. En las terminales, los buses que esperan turno para salir hacia sus destinos dejan las puertas abiertas para que los pasajeros suban a sus asientos durante la espera. Lo ideal sería que las puertas permanezcan cerradas hasta pocos minutos antes del embarque y que los tiquetes sean rechecados momentos antes de salir del terminal, tal como se realiza en los aeropuertos por seguridad de los pasajeros.
Existen casos en los que personas indeseables ingresan mientras las puertas están abiertas y, en grupo, esperan el momento oportuno para asaltar a los pasajeros que suben a tomar sus asientos.
Los asaltos en las rutas urbanas podrían disminuir notablemente si los buses, en lugar de correr, invadir carriles y mantener las puertas abiertas, realizaran paradas completas en los sitios establecidos, permitiendo que los usuarios suban y bajen con orden, reconozcan a quienes también esperan transporte y cuenten con vigilancia policial periódica.
Además, muchos buses se encuentran mal calibrados y emiten grandes cantidades de smog que atentan contra la salud de los transeúntes, causando problemas respiratorios, irritación en ojos, nariz y garganta, además de dañar materiales, la vida vegetal y los ecosistemas.
La solución definitiva radica en que las compañías de transporte se sujeten a normas empresariales, evitando que los buses estén a nombre personal y que intereses individuales provoquen competencia en las mismas rutas, generando estas irregularidades, aceptadas por la AMT y no observadas ni en la matrícula ni durante los recorridos por toda la ciudad.
Julio César Palacio Barberán