Cartas de lectores | ¡Gracias, madre!

Madre, eres el amor y el llanto, anhelo, donación, fatiga, jardín riquísimo de aromas

Desde mi alma, a través de mi mente, con sencillez y ternura dedico estas palabras a mi madre anciana que tiene demencia senil. Vive de sus recuerdos de infancia y del gran amor de su vida, mi padre, compañero de vida que partió a los brazos del Señor hace dos años.

Gracias por enseñarme a caminar, por alimentarme, por ese amor ilimitado, por tu perdón sin condiciones, por tu infinita paciencia, por el consejo oportuno, por la voz que anima.

Gracias, por ser mi refugio y compañía en mi soledad. 

Gracias por cuidar a tus nietos mientras trabajaba; tu generosidad es un regalo que no tiene precio. Eso no se olvida.

Madre, eres el amor y el llanto, anhelo, donación, fatiga, jardín riquísimo de aromas.

Combinabas la disciplina con la ternura. Tu lema era: “en una mano el rigor y en la otra, el amor”. 

Todavía recuerdo tu cantar de cuna, tu alegría, tu esencia musical, esa magia que tenías al contar chistes.

Hoy tus pupilas están cansadas, vives enhebrando nostalgias. Eres desvelo, llama encendida que se extingue poco a poco. Reflejas en tus canas toda la melancolía del sabio y del amigo; eres el amor translúcido sin cobros ni recargos. 

Eres floración balsámica, brisa suave. Tu cuerpo arrulla el cansancio de los años vividos y esperas con ansias encontrarte con el amor de tu vida.

¡Gracias madre! Eres única, eres especial, eres un regalo de la vida.

Sara María Garaicoa Granizo