En los poblados de la zona sur de la provincia de Santa Elena, los comuneros mantienen la tradición de las carreras de caballos en los festejos de los santos patronales. Las competencias llenan de algarabía a propios y extraños. Es que a diferencia de las corridas que se dan en los hipódromos, en la península los jinetes compiten ‘a pelo’, sin las monturas.

Este estilo hace más emocionante los retos, por eso cuando se anuncian las carreras en los poblados acuden decenas de personas con sus equipos para inscribirse en las intensas jornadas.

El historiador ecuatoriano José Villón Torres, oriundo de Chanduy, en uno de sus libros dedicados a su lugar de origen narra cómo empezó esta tradición. La cría de caballos la promovió Jorge Lindao Banchón, conocido cariñosamente como ‘Saona’, hijo de un filántropo educador guayaquileño que se radicó en esta zona. “En principio hacía correr sus caballos los días domingos con los comuneros del pueblo. Fue aquel personaje que les enseñó a domar los potros. A los lugareños les gustó tanto este arte que empezaron a criar sus propios caballos para competir con los de ‘Saona’ y así fue creciendo la hípica por estos sectores”.

En la década de los años 1960 empezaron las primeras competencias en Chanduy. Una de las más importantes ocurría los 24 de septiembre, fecha consagrada a la Virgen de la Merced. “Fue tanto el entusiasmo que luego en cada festividad de los pueblos se empezaron a realizar estas programaciones como se sigue haciendo hasta ahora”, dice Villón.

La tradición se conserva y es por eso que habitantes de los poblados de Chanduy laboran cuidando caballos. Los mejores ejemplares los compran para competencias en los hipódromos del país. En las parroquias Chanduy y Atahualpa se han formado asociaciones que agrupan a los dueños de las fincas en donde se crían los caballos.

“El objetivo es que esta herencia ancestral no se pierda, por eso siempre estamos motivando a los jóvenes para que no dejen la práctica. Hay jinetes muy buenos”, señala Edwin Cárdenas, de la Asociación Rancho Bravo. “No utilizamos montura para demostrar las destrezas y el coraje de quienes sabemos montar”, dice José Suárez, uno de los tantos jinetes.

• LA RUTA

Una extensa explanada de aproximadamente 600 metros de largo se utiliza para las competiciones. Los aficionados se ubican a los costados de la pista. Las carreras se cumplen por grupos y los ganadores van clasificando para la gran final, durante la prueba, hombres, mujeres y niños gritan a favor de sus jinetes favoritos, la alegría es enorme cuando en los altoparlantes se da a conocer al ganador. “Esto forma parte de nuestro folclor, es muy lindo que la gente celebre de esta manera sus fiestas, es algo diferente en donde se resalta la tradición comunal”, señala Omar Núñez, funcionario de la Prefectura de Santa Elena, ente que en las poblaciones de Chanduy ha adecentado espacios para la realización de las carreras.