La Garzota
El caos vehicular se observa prácticamente en todo momento, más aún en las horas pico en las principales avenidas que rodean a La Garzota.Christian Vásconez / EXPRESO

La Garzota, entre el ruido y el descuido de sus áreas verdes

La expansión comercial merma la tranquilidad del sector. Los trancones y el bullicio hartan al vecindario.  La zona carece de sitios de esparcimiento familiar

El comercio, las empresas y la cantidad de entidades de servicio asentadas en la ciudadela La Garzota la han vuelto bulliciosa y altamente transitada.

Cerca de 9.000 vehículos circulan en horas pico por las avenidas Guillermo Pareja, Agustín Freire e Isidro Ayora, que rodean este sector del norte de la urbe, donde habitan más de 7.200 personas.

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En esta ciudadela contigua a la Alborada, el congestionamiento vehicular, la inseguridad y el ruido intranquilizan al vecindario, que exige a las autoridades municipales el mejoramiento de áreas verdes y sitios de esparcimiento familiar, de la mano con un control a la expansión comercial.

“El caos vehicular no solo es en las avenidas principales, sino también en las vías internas, muchas veces a exceso de velocidad. El Cabildo y los agentes de tránsito deberían darse una vuelta por la ciudadela para evitar el caos que se forma con frecuencia”, menciona Magaly Mendoza, quien habita en La Garzota desde hace 20 años y cuyos nervios han sido alterados por el ruido, indica.

Además, denuncia que los vehículos se estacionan en las veredas y forman doble columna, lo que se convierte en un obstáculo para los peatones, que no pueden movilizarse con tranquilidad por esos espacios.

Los indigentes y drogadictos se han tomado los parques. Quienes vivimos cerca de estas áreas tenemos que soportar el desorden y el desaseo que estos provocan.

Álvaro Cabrera, residente de la ciudadela La Garzota

Pedro Muñoz, quien tiene más de una década residiendo en la zona, agrega que las calles son tan anchas que los carros ruedan a gran velocidad y sin ningún control. “Ni siquiera los rompevelocidades han logrado que esa situación mejore”, lamenta.

El daño de las luminarias mantiene oscuras varias calles y peatonales de la ciudadela. De esto se aprovechan los delincuentes para sembrar el terror entre nosotros los vecinos.

Ricardo Franco, presidente del Comité Cívico de La Garzota III etapa

El desperfecto de las luminarias es otro inconveniente que los aqueja. Jennifer Zambrano, con más de 15 años viviendo en esta zona residencial, dice que la situación preocupa y atemoriza a partir de las 19:00, cuando el sector empieza a oscurecer. “Da miedo salir a la calle porque los delincuentes se desatan aprovechando que el alumbrado público es deficiente. No hay semana en que no se produzca un atraco, sobre todo en las noches”, manifiesta.

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Otro morador, Felipe Altamirano, afirma que para no ser sorprendido por los hampones prefiere salir a comprar en la tienda más cercana antes de que caiga la noche. “Muchos vecinos hacen lo mismo que yo para no exponerse al peligro”.

Como ha informado EXPRESO, en La Garzota la mayoría de las cuadras han sido cerradas con puertas tipo pluma y rejas, que son vigiladas por guardianes contratados por los residentes y que duermen en casetas ubicadas junto a las puertas de ingreso. “Algunas familias han hecho un esfuerzo económico para adquirir equipos de seguridad para proteger sus vidas y bienes, en vista de que la policía pocas veces patrulla sus calles”, lamenta la morada Ana Palacios.

La Garzota
La presencia de indigentes ahonda el mal estado de las áreas verdes.Christian Vásconez / EXPRESO

Los vecinos de la zona aseveran que con esta medida lo único que ellos intentan es tener seguridad. No obstante, reconocen que eso ha sido imposible de lograr en su totalidad.

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Muestra de aquello es que el fin de semana pasado, dos delincuentes asaltaron a mano armada a un joven, a pocos metros de la garita ubicada en la manzana donde lleva una década viviendo. Se le llevaron el teléfono celular y una laptop.

Mientras que la noche del miércoles anterior le arrancharon la cartera a otra residente, luego de empujarla y arrastrarla en el pavimento cuando ella se resistió al atraco, que también se cometió fuera del cerramiento de la manzana donde habita.

La policía asegura que realiza patrullajes con frecuencia; pero los vecinos desmienten aquello, indicando que estos son escasos y no están surtiendo el efecto deseado, a juzgar por los hechos delictivos, que son recurrentes.

El bullicio, los trancones y la delincuencia no son los únicos problemas que afrontan los habitantes de La Garzota. A esta lista se suma el descuido de los parques, que son frecuentados por personas ajenas a la urbanización para drogarse o planificar robos, según los residentes.

DesatenciónSolo en la calle Miguel Jijón Terán, una de las principales de La Garzota, hay siete parques que no ofrecen esparcimiento porque están descuidados.

“Los niños no tienen un espacio decente para ir a jugar con tranquilidad. Las familias tampoco tienen un lugar para compartir, ya que los consumidores (de drogas) se han adueñado de estas áreas”, recalca Jennifer Lozano, vecina del sector, quien insiste en que se debe desalojar a los adictos e indigentes de estas áreas para que no causen temor. Y añade que hay que dotar a estos espacios de juegos para los menores.

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Las áreas verdes deben ser potenciadas para que la comunidad tenga un lugar de esparcimiento. Luego, se les debe dar mantenimiento constante para que se conserven útiles”, pide Anthony Acosta, quien vive en esta zona y está preocupado por el desaseo reinante.

Allí hay fundas con basura, botellas de plástico y de licor dispersas que dejan los ‘visitantes’, que han hecho de los parques una habitación de paso.