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EL FUNDADOR. Ni Sumin fue el primero de la familia que dejó su país para ir en busca de un mejor futuro. Llegó a Italia y fundó un restaurante.Christian Vinueza / Expreso

El empresario chino que cree que todo mejorará en Guayaquil

En 2014 llegó de paseo y pensó que la ciudad era buen lugar para invertir. Volvió para construir un restaurante que por la COVID no abrió en 3 meses

¿Qué hace un chino radicado en Italia ofreciendo comida japonesa e italiana en Guayaquil? Sencillo: emprendiendo. Aterrizó en la ciudad antes de que la pandemia del nuevo coronavirus paralizara a medio planeta. Entonces, pensó que el Puerto Principal era el mejor lugar de Latinoamérica para extender su red de restaurantes (tiene tres del otro lado del océano). Sigue pensando así, aunque reconoce que su inversión no genera lo que aspiraba que generase hasta antes del 16 marzo, cuando el Gobierno de Ecuador declaró la emergencia sanitaria tras conocer el primer contagio oficial de la COVID-19. “Esto mejorará”, dice en su dialecto medio mandarín medio italiano. “Guayaquil volverá a ser lo que era”.

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Es optimista. Quizá, un entusiasmo obligado, no por nada tiene una gran inversión que requiere que produzca en una ciudad a la que la desescalada aún no le ha devuelto el movimiento económico que tuvo hasta antes de la pandemia. Inicialmente planificó poner a punto su restaurante con 500 mil, pero esa suma se disparó en la etapa de la construcción.

Se llama Ni Sumin y es dueño del restaurante Enjoy, en la av. 9 de Octubre entre Esmeraldas y José de Mascote. Desde fuera, un gran galpón, con detalles simples, pero estilizados. Dentro, un espacio amplio, con una distribución de mesas ordenadas y cortinas de agua en las que nunca deja de precipitar. Hay 5 mesas que flotan sobre un área inundada.

Afincado por estos días en Guayaquil, está pendiente de su consorcio en Italia: tres restaurantes distribuidos en Pavia y Lodi (Wok 168), a 35 km y 41,51 km de Milán; y, La Grande China, en Verona. Están a cargo de sus parientes: hermanos y cuñados.

Tipo de servicioEnjoy prepara para cuando se dé la nueva modalidad plena, un menú de 150 platos en siete tipos de bufés. También ofrecerá servicio en la modalidad del desaparecido Gran Chef.

¿Cómo dio con esta ciudad a 10.280 kilómetros de su lugar de residencia? “Ha estado por turismo muchas veces desde 2014 que vino por primera vez. Le gusta viajar mucho y Guayaquil le gusta”, dice Ni Hui, la segunda de sus tres hijas, quien está con él en esta aventura en Ecuador y quien sirve de traductora para esta entrevista.

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La decisión de invertir surgió de la necesidad de querer crecer. Tal como sucedió cuando Sumin, quien anda por los 54 años, dejó su natal Zhejiang, de 21 años y tenía un trabajo como agente vendedor de una fábrica de botones. Llegó a Italia, Verona, y tras laborar en varios oficios, decidió abrir en 1999 La Grande China, el restaurante con el que levantó su pequeña cadena y que le permitió llegar a Guayaquil. En un futuro, que espera sea cercano, aspira a abrir otro en Lima.

Sabe que la nueva modalidad que deja tras de sí la COVID-19 se presenta con un panorama próximo muy complicado. Acaban de cerrar El Gran Chef, El Caracol Azul, Chappu’s y Artur’s, pero sabe que no tiene otra opción que enfrentarse al reto de hacer valer su inversión.

El Enjoy, con capacidad para 300 personas, solo atiende de 10 a 20 clientes por día. Y más que ingresos, se cuentan los egresos. Cada vez que abre, enciende todas sus luces a la espera de comensales y el local ocupa un terreno alquilado. “Quisimos comprarlo, pero solo logramos una renta”, dice Hui, una estudiante de idiomas en University College London (Reino Unido), a quien le toca atender a los clientes, mientras sus padres y una tía ayudan a poner a punto el servicio junto con uno de los tres chefs -chino, japonés e italiano- que contrataron.

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LOS NI. Además de las tres hijas y esposa (izq.), los hermanos y cuñados ayudan a administrar los tres negocios en ItaliaChristian Vinueza / Expreso

“Abrimos apenas pudimos (mitad de junio). Con lo mínimo de la oferta y del personal. La ciudad no recobró el movimiento que tenía cuando la conocí en el 2014. Así ha ocurrido en todo el mundo y en Italia, pero allá nuestros restaurantes ya están recuperando su nivel de servicio”, aclara Sumin. “Acá hay esperanza”.

Tiene fe en esa cara de Guayaquil que como buen empresario pudo identificar la primera vez que arribó a esta ciudad. Estuvo en Quito, en Cuenca, Galápagos, Salinas... Pero en ningún otro lugar encontró el ritmo de gente en las calles, que pasea, que consume. “La gente vive afuera. Gasta mucho y en dólares. Eso es atractivo para cualquier inversionista”.