
Del “dulce sueño” al “¿Puedo orar por usted?”: consecuencias de un robo con drogas
Una peligrosa modalidad de robo ya deja víctimas en Guayaquil. La pena puede llegar hasta los 9 años de cárcel.
José, de 57 años, salía de un centro comercial en el norte de Guayaquil cuando una joven se le acercó con una sonrisa amable y una pequeña Biblia en la mano. “¿Puedo hacer una oración por usted?”, le preguntó. Conmovida por el gesto, accedió. Minutos después, todo se volvió confuso: un mareo repentino, palabras que ya no entendía, y luego, el vacío. Despertó horas más tarde en un paradero, sin billetera sin celular, y sin recordar nada más. El caso de José no es aislado. En Guayaquil, esta modalidad delictiva —que apela a la fe y usa drogas como la escopolamina— ha prendido las alertas entre ciudadanos y autoridades.
Lo que parece un gesto amable y espiritual —una oración ofrecida en plena calle o centro comercial— es, en realidad, la fachada de una modalidad delictiva que utiliza drogas para anular la voluntad de las víctimas y cometer robos con facilidad.
“¿Puedo orar por usted?”: así comienza el engaño
Frases como “¿Puedo hacer una oración por usted?” han sido reportadas por ciudadanos que aseguran haber sido abordados por personas jóvenes y amables, portando libros religiosos o apelando a causas humanitarias. Sin embargo, tras estos actos de aparente devoción, se esconde un método para acercarse, ganar confianza y, en algunos casos, suministrar escopolamina, también conocida como “burundanga”.
Efectos de la escopolamina: sumisión total
Esta sustancia tiene efectos directos sobre el sistema nervioso central, provocando somnolencia, obediencia automática, pérdida de memoria y desorientación. Bajo sus efectos, la víctima puede ser despojada de sus pertenencias o incluso forzada a actuar contra su voluntad, sin ofrecer resistencia alguna.
Hasta 9 años de cárcel por usar drogas en delitos
El fiscal del Guayas, César Peña Morán, advierte que este tipo de delitos están tipificados en el Código Orgánico Integral Penal (COIP), en su artículo 189, inciso segundo, numeral tres. “Cuando se emplean sustancias que alteran la capacidad cognitiva o motriz de la víctima, la pena puede oscilar entre cinco y siete años de prisión. Si existen agravantes, puede extenderse hasta nueve años y cuatro meses”, explicó.
La estrategia delictiva —una evolución del antiguo método conocido popularmente como el “dulce sueño”— ha mutado en una versión más sutil que se vale de símbolos de fe y espiritualidad para quebrar las defensas de las personas, principalmente adultos mayores.
Llamado a la prevención y al acompañamiento familiar
Peña recomienda extremar precauciones al interactuar con desconocidos en espacios públicos, especialmente en zonas comerciales y durante temporadas festivas, cuando este tipo de engaños se vuelve más frecuente. También pidió a los familiares acompañar a los adultos mayores en sus diligencias y alertarlos sobre este tipo de riesgos.
“Hoy, el peligro no siempre viene disfrazado de amenaza directa. A veces, se presenta con una sonrisa, una oración… y una Biblia en la mano”, alertó el fiscal.
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