Guayaquil

Artistas del carboncillo le hacen un guiño a la tecnología

Para no desaparecer, los retratistas que trabajan en el Malecón echan mano a los smartphones, las aplicaciones móviles y al trabajo semipresencial 

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Édgar Jaime pintando un retrato que una cliente le envió por Whatsapp, en estos tiempos de pandemia.Jorge Alvarado

Luego de meses de parecerse a un cementerio, Guayaquil y su gran Malecón Simón Bolívar han vuelto a ser sitios de encuentro de miles de turistas. Al celebrarse en este julio las fiestas por un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad, ríos de gente volvieron a inundar el espacio urbano  de 2.5 km de extensión que mira al manso Guayas, algo que devolvió las esperanzas de reactivación a emprendedores, comerciantes y artistas que realizan sus actividades allí.

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Entre estos negocios están los 10 pintores-retratistas que conforman la Asociación 9 de Octubre y que desde hace dos décadas hacen posible que turistas nacionales y extranjeros se lleven un lindo recuerdo de esta ciudad.

Al verlos sentados frente a sus viejos caballetes y luciendo las clásicas boinas de los artistas plásticos, diríase que por ellos no ha pasado el tiempo y que la tecnología es algo que ni les va ni les viene. Sin embargo, para estos maestros del carboncillo y la acuarela, los teléfonos inteligentes y las nuevas aplicaciones virtuales no han sido indiferentes.

Debieron reinventarse un poco

Es más en el último año y medio, con la llegada de la pandemia, estos adelantos se volvieron sus grandes aliados, ya que como en muchas otras actividades, ellos debieron pasar también a las modalidades semipresencial y virtual.

"Ahora podemos trabajar en forma virtual. ¿Cómo? La gente nos envía sus fotos por celular y nosotros las pintamos, viendo las imágenes en nuestros teléfonos", explica Édgar Jaime, quien tiene su puesto al pie de la emblemática Torre Morisca, a la altura de la calle 10 de Agosto.

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Luis Figueroa pinta y preside la Asociación 9 de Octubre.Jorge Alvarado

A pocos metros de Jaime está Luis Figueroa, el presidente de la Asociación, quien acota que actualmente ellos combinan el "pintar a pulso", con los adelantos que representan los  smartphones, ya que estos pueden ampliar "a placer" los rostros o lo que se quiere pintar, sin necesidad de cansar al retratado.

"Por ejemplo, de un rostro ampliamos nariz, ojos. En horrendo ojazo ampliado en el celular vemos hasta su última pestaña", comenta Figueroa, guayaquileño de 58 años.

"De un rostro ampliamos nariz, ojos. En horrendo ojazo ampliado en el celular vemos hasta su última pestaña",Luis Figueroa, pintor

Pero eso no es todo. Algunos de ellos usan Remini, una aplicación en línea para mejorar o dar nitidez absoluta a las fotos.

"Esta aplicación la usan la policía y los investigadores porque puede corregir fotos y videos de baja resolución, borrosos, pixelados, antiguos y dañados. ¡Los deja nítidos!", explica el locuaz pintor de tez trigueña y mirada vivaz.

A juzgar por los 55 retratos de los mejores alumnos de un plantel de Riobamba, que le mandaron a pintar a Figueroa recientemente, lo presencial sonaría como anticuado y hasta desventajoso para su trabajo, pero no lo es. Él y sus compañeros afirman que no hay nada como pintar a alguien en persona, aunque esta se mueva o se impaciente al posar durante 20 o más minutos.

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"La tecnología ayuda pero nunca será mejor que la destreza humana, comentan Carlos Suárez y Humberto Sánchez, artistas que están ubicados en el mismo Malecón, pero a la altura de la calle Francisco de P. Icaza, donde queda el imponente edificio La Previsora.

Sánchez recuerda que en el nuevo milenio, los avances "mataron" actividades afines a la suya, como la de los dibujantes y pintores de avisos publicitarios, ya que surgieron las ploteadoras o trazadores gráficos, unas máquinas que se utilizan junto con el ordenador e imprimen en forma lineal cualquier imagen y en grandes tamaños.

A nosotros no nos ha afectado la tecnología, insiste Sánchez, "mientras el artista viva, vivirá el arte".

ANÉCDOTAS CON FAMOSOS CLIENTES 

Estos artistas que están teniendo más trabajo presencial con la llegada de más público al Malecón, son uno de los principales atractivos del lugar.

A ellos se acercan para pedirles retratos no solo personas de a pie, sino también conocidos personajes de la política, la farándula y el deporte, aunque muchas veces ellos no los conocen y por ello suelen pasar por situaciones jocosas y anecdóticas, como la que le ocurrió a Édgar Jaime hace pocas semanas.

"Estaba en mi puesto cuando apareció un señor con su familia y me pidió retratarlos a todos -relata-. A medida que pasaban los minutos la gente se iba acercando para tratar de tomarse fotos con él y pedirle autógrafos. Yo no lo conocía y para no quedar como ignorante le pregunté a la gente quién era. Allí me dijeron que se trataba de Pervis Estupiñán".

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Una familia observa el retrato hecho a dos de sus integrantes en el Malecón 2000..

Estupiñán es hoy uno de los más destacados y caros futbolistas que juega en la selección del Ecuador y en el Villarreal de España.

 "Yo no sabía quién era -insiste Jaime-. Creí que era una persona común. Al final me pagó los $ 45 y se fueron contentos con sus retratos".

A medida que lo retrataba la gente se iba acercando para tomarse fotos con él y pedirle autógrafos. Yo no lo conocía y para no quedar como ignorante pregunté  quién era. Allí me dijeron que se trataba de Pervis Estupiñán".

Édgar Jaime, Retratista

Situación similar vivió Figueroa cuando se le presentó el famoso influencer mexicano, Luisito Comunica. Él cuenta su anécdota:

"Hace unos meses vino un sambo, se me paró en frente y sin decir nada arrastró una de mis sillas, se sentó y me ordenó bruscamente que le haga un retrato. Yo le reclamé por la forma de tratar y él me preguntó: '¿Tú no sabes quien soy yo?' y yo le contesté que no y que no me interesaba, a lo que la gente que lo acompañaba comenzó a reírse".

Entonces el hombre me dijo que un amigo mío en Montañita le había dicho que me busque en Guayaquil y que él era un famoso youtuber mexicano. Así fue que le pinté el retrato y luego sus acompañantes me pagaron más de lo debido porque mientras pintaba hicieron una transmisión en vivo de mi trabajo. 

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Luego fui a mi casa y le conté a mi hijo que había pintado a un "moñudo famoso" en persona. Cuando se lo enseñé, mi hijo saltó del asiento y cogiéndose la cabeza con las dos manos exclamó: '¡Papi, has pintando al mismísimo Luisito comunica!'. Con el paso de los días me hice también muy conocido en las redes por ese señor que tiene millones de seguidores en el mundo".