CAMARA DE SEGURIDAD (10498837)
Ubicación. Las cámaras vigilan a tres direcciones; su ubicación previa daba una vista amplia de las dos calles.
CHRISTIAN VASCONEZ

Ni con 7 ‘ojos’ es posible atajar el hampa en la Guayacanes

Solo en una esquina de esta arteria de Urdesa hay esa cantidad de cámaras, pero la inseguridad está latente.  La comunidad pide cambios urbanísticos 

Siete son las cámaras que se pueden observar entre las calles Guayacanes y Mirtos, en Urdesa, colocadas hace casi dos meses. Pero, pese al número de equipo de videovigilancia, todos colocados en el mismo poste, la inseguridad no baja.

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Los residentes advierten que los robos continúan, sobre todo los de tipo arranche, que los cometen asaltantes que se movilizan en moto y, tras cometer su delito, “vuelan”.

“Que hayan colocado tantas cámaras es una buena medida, no vamos a decir que no. Sin embargo, por el índice de inseguridad que afecta no solo a Urdesa, sino que todo a Guayaquil, esos 7 ojos no resultan suficientes para disuadir o evitar que los criminales nos ataquen. Está claro que ellos ya no le temen a quedar capturados por la cámara. Es lamentable y a la vez preocupante”, reconoce Jaime Silva, quien habita en esta cuadra.

EquiposEstaban ubicados en la calle de al frente a la actual. Este cambio de posición se dio hace dos semanas y la comunidad desconoce el porqué.

Para Silva, el número de cámaras no les ha devuelto el sentimiento de protección y menos aún la convivencia que anhelan, y no solo en este tramo, sino en toda la calle Guayacanes, llena de comercio y visitantes que, a juicio de los residentes, se ha reducido.

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Gabriela Gavilanes, quien habita en la zona, fue víctima de un robo. Llegaba de la universidad cuando dos tipos en moto le quitaron su maleta. Llevaba su laptop y el celular. No eran ni las 17:00.

“Los expertos te sugieren que no lleve el celular en la mano, que no llame la atención del asaltante. Por eso todo lo meto en la mochila. No iba con audífonos, no uso collares, anillos, ¡por Dios, no uso nada! Y al final, me lo quitaron todo. Las cámaras estaban ahí, a una cuadra de donde ocurrió todo. A los ladrones les vale todo”, señaló.

La unión de la comunidad ayuda a brindar más seguridad en el punto. Los habitantes pueden comprar reflectores, alarmas comunitarias, etc. Y así estar más protegidos.

Francesca Ferrero, expresidenta de la Asociación de los Restaurantes del Guayas

Paúl Muñoz, dueño de un comercio en el mismo tramo, asegura que durante el día todo tranquilo, pero que al caer la noche, por lo desolado que se torna el entorno, se vuelven más vulnerables. “Toca poner más seguridad privada, pero también debería llenarse aún más de vida en la zona. ¿Cómo? Quizá con más iluminación, algo de color. Mejores aceras. Necesitamos llenar las calles”, piensa.

Para los habitantes de Mirtos y Costanera, aledañas a la Guayacanes, la falta de una UPC ha agudizado el temor. “La UPC no sirve, no hay nadie. Ese tipo de infraestructura nos urge. Eso, en conjunto con las otras medidas disuasivas, son las que mejorarán el entorno. Una cosa por sí sola no”, dice el residente Miguel Santillán.

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Otra falla, denuncia la ciudadanía, recae en la reubicación de las cámaras, que desde hace dos semanas pasaron a estar en la misma esquina, pero en otro poste. Ahora una casa obstaculiza la vista, impidiendo ver con claridad los cuatro lados de esta intersección, dejando solo tres lados visibles.

Las cámaras nos sirven como evidencia de los crímenes que ocurran, pero sin el apoyo de la policía, que llega tarde a las llamadas de auxilio, nunca nos sentiremos seguros.

Jaime Silva, morador

Frente a esta situación, EXPRESO consultó al Municipio y a la Corporación de la Seguridad Ciudadana, a qué se debe el cambio y cuántos delitos además de alertas han registrado en esa esquina y calles contiguas, pero hasta el cierre de la edición no hubo respuesta. Lo mismo pasó con la Policía, a quien este Diario le solicitó las cifras de lo delitos en Mirtos y Guayacanes, y a largo de esta última arteria, pero tampoco dio respuesta. Aseguró que son apenas 40 robos reportados en Urdesa, lo que a decir de la comunidad es irreal. Y es que nadie denuncia, confiesan. “¿Para qué hacerlo? Si nunca pasa nada a nuestro favor”, alega Miriam Mera, de Urdesa.

Pero no todo está perdido. Y es que para comerciantes como Francesca Ferrero, se puede trabajar de la mano para volver más amigable el área. “Los residentes pueden apoyarse comprando reflectores para dar iluminación en los puntos oscuros u optando por medida que permita mayor afluencia de policías. Iniciativas como ‘Yo apoyo a los policías’, que da descuentos a los uniformados y da luz verde a la afluencia, serviría. Llenar de áreas verdes el entorno también motivaría a ocupar el espacio público, que es lo que más falta nos hace”, piensa.