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Washington Aires todavía conserva la camiseta que usó en la final de la Libertadores de 1998.CORTESÍA

Washington Aires, un crack de mil historias

Anotó el primer gol torero en el Monumental, estuvo en la final de Libertadores de 1998 y protagonizó varios momentos históricos y curiosos

Washington Aires estuvo ligado al Ecuador desde siempre. La vida se encargó de tenerlo en varios momentos históricos, algunos se volvieron parte de los mitos deportivos y otros quedarán grabados para siempre.

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Incluso, en sus inicios, cuando tenía 16 años y estaba en la cuarta división de Cerro de Uruguay fue descubierto por Néstor Goncálvez, quien fue compañero de Alberto Spencer en Peñarol. Él lo llevó a entrenar con la reserva y catapultó su debut en el fútbol profesional a los 17 años.

Y tras un gran comienzo, siendo el mejor 10 del año, arrancaron las idas y venidas con el fútbol ecuatoriano.

PRIMERA LLEGADA A BARCELONA

Barcelona lo buscó para la campaña de 1987 y empezaron los momentos inolvidables: él hizo el primer gol de un jugador de Barcelona en el estadio Monumental. Aunque hizo una buena campaña no se quedó. Ahora, después de 34 años cuenta las razones. “Heinz Moeller (presidente de Barcelona de entonces) me ofreció la posibilidad de quedarme para hacer una carrera. Lo pensé, era mi casa, incluso ofrecieron ejecutar la opción de compra, pero ya me había comprometido con la gente de Cerro para una nueva transferencia al exterior”, inició.

Así, viajó a Uruguay para sumarse al club dueño de su pase y esperar una transferencia. Pero se quedó un año allí. Y a media campaña vivió algo lamentable. El empresario Eduardo de María arregló con Internacional de Porto Alegre, pero la directiva de Cerro le explicó que estaban comprometidos con Independiente del Argentina. Por lo tanto, Aires rechazó al cuadro brasileño.

“Vino el gerente con el Indio Solari y arreglaron, pero dos empresarios se metieron en el negocio con la gente de Cerro”.

Solari decidió quedarse a mirarlo en un duelo contra Peñarol. “En ese partido ganamos 2-1, hice el segundo gol, me nombraron el mejor. Más redondo no se podía, pero cuando salí de la cancha vi a Solari furioso, dando gritos. Se acercó y me dijo que lo hice bien, pero que la directiva de Cerro duplicó los valores y se cayó”.

Aires, furioso, pidió que lo transfieran al primer equipo que aparezca, ya que no quería seguir con directivos así. “Apareció Macará con una oferta modesta, pero me fui”.

Y empezó su recorrido por diversas camisetas. Héctor Morales, quien lo llevó a Macará, también lo pidió la temporada siguiente en Deportivo Quito.

Su buen desempeño en el cuadro chulla le valió un boleto a Europa, al Volán de Hungría.

JUGÓ DE "ILEGAL"

Allí estuvo medio año y pasó al Vasas, uno de los grandes. “Me fue muy bien, pero tenía mis hijos pequeños”. Y decidió regresar al Ecuador. Arregló con Valdez, pero tuvo que jugar sin un papel importante: el pase internacional.

“Ahora lo puedo contar. Nunca me mandaron el pase internacional desde Hungría, tuve que solucionarlo aquí, estuve un tiempo rogando que me envíen el pase, pero ellos insistían en que regrese. Eso sí, no me pregunte cómo arreglé, pero lo hice (risas). La gente de Valdez me preguntaba cuándo podía jugar, hacía tiempo y bueno, por suerte no hubo demanda en la FIFA”.

DEPORTIVO QUITO Y ESE SUBTÍTULO DE 1997

Tras pasar por el fútbol de Perú, Honduras, Liga de Quito, entre otros, volvió a Deportivo Quito en 1997. “Ese año fue tétrico, malvado. Nos esforzamos, pero pasaron cosas que no debieron ocurrir. Terminaron hablando mal porque fue una desilusión inmensa”.

Aires se refiere a la definición del campeonato. Barcelona ganó 3-0 al Deportivo Quito y se consagró campeón. Aires fue señalado porque supuestamente ya tenía contrato con los amarillos. Pero lo aclaró. 

No viene del 3-0. Muchas cosas pasaron antes, en el partido anterior El Nacional ganaba 2-0 y perdió 2-3 en quince minutos y Barcelona estaba con diez hombres y sin fuerzas. Averigüé lo que pasó, son cosas que hay que olvidarlas o tendrían que ir a un libro para que queden marcadas esas etapas que pasan para que no vuelvan a suceder, pero tendría que haber nombres, si hubiese nombres no tendría problemas. Pero sé lo que pasó.

Washington Aires

Y sobre el supuesto contrato previo con Barcelona explicó que el presidente torero, Xavier Paulson, le llamó dos meses y medio antes de terminar el campeonato para pedirle prioridad en la negociación de la temporada siguiente. No hubo más reuniones, ni firmas.

Pero Aires respetó su ofrecimiento, al punto que rechazó una megaoferta de Emelec. “Omar Quintana (directivo azul) me ofreció mucho dinero por dos años. Pero tuve que disculparme y decirle que al día siguiente tenía una reunión con Barcelona”.

REGRESO A BARCELONA Y LA FINAL DE LA LIBERTADORES

Aceptó la oferta del conjunto amarillo por lo deportivo. Y ese año, 1998, vivió la final de la Copa Libertadores.

Allí también vivió muchas anécdotas. Recuerda cuando encontró en la concentración a Gustavo Sotelo llorando por la presión que le habían impuesto previo a la semifinal contra Cerro Porteño. “Le dije que los dos íbamos a saltar de la banca a cambiar la historia de ese juego. Y mira como es el destino, que eso ocurrió”.

Ya en la final admite que errores puntuales en Brasil marcaron el camino de otro capítulo doloroso, cuando no pudieron conseguir el trofeo más ansiado a escala de clubes en Sudamérica.

Ese dolor lo tiene hasta ahora. Siente que es una frustración porque desde chicos siempre sueñan con llegar a lo más alto y él estuvo a punto de conseguirlo.

Sin embargo, atesora todos esos momentos, buenos y malos, y considera que tuvo una carrera muy emocionante.

EL RETIRO Y UNA VIDA TRANQUILA EN SANTO DOMINGO

Aires quiso cerrar su carrera en Barcelona, arregló con Paulson su continuidad, pero los cambios en la directiva y cuerpo técnico lo obligaron a irse. Fue a Liga de Quito y quedó campeón nacional. Siguió jugando en otros clubes, hasta que a los 42 años decidió dejar la práctica profesional. Dussan Dráskovic lo quiso para Macará, pero él no aceptó porque ya no tenía ganas de entrenarse. Sin embargo, aceptó el reto en Talleres de Santo Domingo, en la segunda división. La única condición fue que se presentaría solo a los partidos. “Pensé en que serían unos pocos partidos, pero fue todo el año, para eso aceptaba volver a Macará (risas)”.

Pero su paso por Talleres y la posterior dirección técnica en Deportivo Santo Domingo le dejaron algo para toda la vida: se enamoró del lugar y ahora vive allá. “Con mi esposa siempre soñamos con tener una finca para cultivar, tener animales y todo eso. Es un sueño de toda la vida y por eso estamos muy felices acá”.

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