
Cómo un perro ayuda a las familias a superar el duelo
Chubby es un perro de terapia que brinda consuelo a familias en duelo en el Parque de la Paz, en Guayaquil.
Cada mañana, alrededor de las 09:00, Chubby se despide de su familia en el norte de Guayaquil y sube al auto donde lo espera Irene Palacios. No ladra ni brinca: sabe que es hora de trabajar. Al llegar al Parque de la Paz de la Aurora, el ritual es el mismo. Le colocan su chaleco de perro de terapia y su energía cambia. Desde ese instante, este Terranova de dos años se transforma en un profesional del consuelo. Camina con paso sereno entre salas de velación y jardines, donde el silencio y el dolor son parte del paisaje.
El inicio de una misión: cómo Chubby se convirtió en perro de terapia
Pero no siempre fue así. Su nombre oficial es Chewbacca, aunque todos lo llaman, con cariño, Chubby. Fue elegido como perro de terapia cuando apenas tenía cuatro meses, tras superar pruebas de temperamento y sociabilidad. Durante un año completo se preparó, bajo la guía de Irene Palacios, asesora de soporte emocional, antes de iniciar lo que ella describe como su “trabajo a tiempo completo”: acompañar a las familias en uno de los momentos más difíciles de la vida. Su jornada termina a las 16:00, cuando vuelve a casa para ser simplemente un perro de familia que juega y descansa.

Su entrenamiento se basa en el método Pellitero, que refuerza las conductas naturales del perro, potenciando la empatía y el afecto espontáneo. “Nos enfocamos en que él actúe con cariño de manera genuina. Cada buena reacción se refuerza con caricias y amor”, explica Irene. Poco a poco, Chubby fue expuesto a sonidos, personas y ambientes propios de un camposanto, hasta aprender a gestionar sus emociones en ese contexto. “La primera vez solo aguantó diez minutos en una sala de velación antes de agotarse. Cada experiencia fue reforzada hasta que entendió que su presencia podía aliviar”, recuerda su Irene.
Apenas siente el chaleco sobre su lomo, sabe cuál es su misión. Su cuerpo grande y su andar pausado se acercan sin invadir. Suele detenerse junto a quienes permanecen callados, muchas veces sin fuerzas para levantar la mirada. “A veces se queda junto a alguien en silencio y, de pronto, esa persona empieza a llorar. Chubby rompe ese bloqueo”.
Historias que demuestran el poder del consuelo silencioso
Sin embargo, lo que mejor resume su impacto son las historias. Como aquella vez que entró a una sala donde los nietos de un abuelo fallecido estaban absortos en sus teléfonos. Chubby se echó en medio de todos. Poco a poco, los jóvenes lo tocaron, lo abrazaron y, sin darse cuenta, empezaron a hablar de su abuelo. Rieron. Lloraron. Recordaron. Su presencia abrió la puerta para que el duelo saliera del silencio.

En otra ocasión, durante la espera por las cenizas de un ser querido, bastó que Chubby se acostara a los pies de una familia para que los adultos rompieran en llanto. “Su presencia trae paz. Es como si recordara que, incluso en el dolor, puede haber esperanza”, reflexiona Irene.
Chubby no juzga ni habla, pero logra lo que muchas palabras no pueden: acompañar en silencio. Ayuda a las personas a romper ciclos de pensamientos negativos que bloquean la expresión del dolor. “No importa si están llorando o en silencio. Todos necesitan saber que no están solos. Y él ofrece esa compañía tranquila y constante”, explica su Irene.
Desde el inicio de este servicio, el Parque de la Paz ha acompañado a más de 300 familias con el apoyo de Chubby. Siendo el único camposanto que ofrece este servicio de canoterapia. La iniciativa nació gracias a Fernando Flores, presidente del grupo parque de la paz, inspirado en proyectos similares en México. Pero aquí el enfoque es más profundo: no es solo distracción, sino una invitación a sentir, a soltar y a sanar.

Irene está convencida de que esta terapia podría implementarse en hospitales, especialmente en áreas como oncología pediátrica. “Los niños no solo necesitan tratamiento médico. Necesitan motivación y serenidad. Un perro como Chubby puede romper el hielo y ayudar a que el proceso terapéutico avance”, menciona.
“Muchas personas no entienden cómo puede ayudar un perro… hasta que lo viven. Y entonces, lo entienden todo”, concluye.
Chubby no habla. Pero su silencio consuela. Y en su quietud, ofrece algo que, en medio del dolor, resulta más valioso que cualquier palabra: su presencia.
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