Queja. Susana Ramos, Rosa de Ortiz  y María Gómez cuentan a EXPRESO el malestar que les produce el canal.

Una zanja de males atraviesa Guayacanes

Todos los problemas desembocan en la zanja. María Gómez es una de los moradores de la manzana 104 de la ciudadela Guayacanes y desde hace 33 años tiene el mismo inconveniente.

Todos los problemas desembocan en la zanja. María Gómez es una de los moradores de la manzana 104 de la ciudadela Guayacanes y desde hace 33 años tiene el mismo inconveniente: ha visto desfilar una serie de carros que, debido a la falta de iluminación y señalización, han caído al canal de aguas lluvias que pasa por la esquina de su casa.

“Al menos ahora hay unos pequeños muros, pero si el carro viene a velocidad, eso no impide que se choque y se caiga. Es un peligro constante para todos”, mencionó.

Marco Quintuña vive justo al frente de la virada en la que los vehículos suelen accidentarse. Él asegura que en los cinco años que lleva viviendo en ese lugar ha rescatado, al menos, a ocho conductores que “se han ido de largo”. “A veces hemos tenido que sacar los carros con una retroexcavadora. Por suerte, ninguno se ha caído cuando el agua está alta. De lo contrario, habrían muerto”, precisó.

Para Quintuña, el principal problema es que los conductores no se percatan de que la calle hacia Samanes está dividida por esa zanja. “Como desde lejos se ve que al otro lado pasan carros, entonces se confían. Siempre sucede en las noches”.

Como María y Marco piensan Darwin Carrera, Rosa de Ortiz y Susana Ramos, otros moradores que dicen estar hartos de los “mil y un problemas” que les causa ese canal.

“En febrero rescatamos a una señora a la que habían dejado botada en la madrugada. Ya en la mañana nos dimos cuenta de que ella salía toda enlodada, pero no estaba del todo consciente, parece que la habían drogado”, contó Ramos, quien además es la presidenta del Comité Pro Mejoras y que, según dice, se ha cansado de solicitar que les pongan un ducto cajón.

Los moradores aseguran que la existencia de ese canal también les causa enfermedades por el olor del agua acumulada y porque se ha convertido en un botadero de basura.

“Cuando llueve esto se llena de culebras. Yo encontré dos en mi casa hace unos meses. Además ya no podemos vivir con ese olor. Es insoportable”, afirmó Rosa de Ortiz. Ella explicó que más de la mitad de los moradores que llegaron a la ciudadela hace 30 años han decidido alquilar o vender sus viviendas.

Otros, quienes se resignaron a quedarse, prefieren salir de sus domicilios temprano, regresar en las noches y viajar los fines de semana.

La inseguridad es otro de los problemas derivados de la zanja. Los vecinos han optado por cercar la manzana y cerrar con candado las puertas que llevan al canal.

“En las noches la luz no abastece y nadie se atreve a pasar por ahí porque saben que es robo seguro. Aunque nosotros estamos adentro, igual intentan subirse por las rejas. Necesitamos ayuda urgente”, indicó Darwin Carrera.

Antecedente

Una obra de cuatro millones

En febrero de 2012, la concesionaria Interagua y Ecapag instalaron un ducto cajón en el canal de la avenida Isidro Ayora. La obra costó 4’080.000 dólares, pero la parte de Guayacanes no fue contemplada.

Ilfn Florsheim, vocera de Interagua, dijo a Diario EXPRESO que no existe un proyecto para el cierre del canal, pues este es natural y de aguas lluvias.

El Municipio deberá analizar la necesidad y prioridad de la infraestructura.